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Me verás caer

Mariana Travacio


Inés Arteta


A diferencia de las novelas Como si existiese el perdón y Quebrada, en el libro de relatos Me verás caer, de Mariana Travacio, las protagonistas son mujeres. Mujeres que caen a causa del abandono y la soledad, como un descenso desde el estado original de la inocencia. En el segundo relato, “Dónde está Montes”, el desmoronamiento lo provoca la ilusión que Elena había depositado en un hombre. Siempre hace falta esa gota que colma el vaso, y en su caso, es un policía que le pregunta por Montes, su marido. Para Elena, esto representa una oportunidad. En lugar de caer en el sinsentido, toma las riendas de su vida. ¿Cuál sentido? Uno propio, parece decir Elena, a quien reencontramos más adelante en otro relato: el azar la acerca a Blanca Nieves, que también acaba de recoger los fragmentos de su identidad devastada por el fiasco de un hombre. No era el primero, Blanca Nieves era viuda. Juntas y como sin querer, Blanca Nieves y Elena parecen despertar a la falta de sentido de la existencia humana y abrazan la vida con toda su complejidad. La caída no se deberá a un desengaño amoroso, sino que tendrá que ser una catástrofe natural. Como dice el poema de Beatriz Vignoli del epígrafe: “si te dicen que caí, es que caí. Verticalmente”, porque “lo único que sabe hacer el universo es derrumbarse sin motivo, es desmoronarse porque sí”.  

El libro se inicia con esta escena, de marcada sabiduría: una madre y una hija comparten unos días en un hotel después de que la madre sufriera un accidente. Ambas contienen la exasperación para impedir que algo insignificante las haga explotar. El agotamiento parece derribar a una de ellas, consumir su razón de ser y que su caída sea literal y deliberada. La posibilidad la trae el mar, que le permite sumergirse en lo más profundo de la emoción y liberarse.

Si en Quebrada el agua fluía como camino hacia el deseo y también como exceso, en Me verás caer, el mar, el río y el lago fluyen, esconden los desasosiegos, traen claridad mental y también la muerte. El agua, incluso un simple sorbo, encierra la verdad de cada una.

En cada historia, in medias res de un intervalo de sus vidas, las mujeres enfrentan el contraste entre sus expectativas y lo que realmente viven. La solidaridad, el respaldo y la auténtica comprensión, incluso el despertar que surge de una caída parece viable solo entre mujeres, aun si es necesario escarbarla en la memoria.

La potencia de estos relatos, característica de la escritura de Mariana Travacio, reside en el lenguaje. Exige que el lector lea entre líneas, llene los vacíos y supla la ausencia de diálogos directos, estableciendo conexiones. Este lenguaje envuelve la verdad que los personajes ocultan de sí mismos hasta que, en el último relato, “El río tan manso”, late con toda su existencialidad. La caída es un desmoronamiento lento, al igual que en la vida humana: podríamos “derrumbarnos rápido, sin titubeos, una estructura que colapsa y que cae, en pedazos inconexos, desentendidos de la lógica que los aglutinaba... Pero no. Nos despedazamos por etapas, lentamente, en aleteos moribundos...”

3 de enero, 2024

Me veras caer. Tusquets-min.jpg Me verás caer
Mariana Travacio
Tusquets, 2023
144 págs.


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