La vida no es más que una experiencia repugnante –escribió Céline– donde la personalidad se resquebraja y, fatalmente, se rompe. Sobre axiomas tremebundos y definitivos como el del francés se apoya la construcción de Mientras vivas, la reciente novela de Alejandro Hosne editada por Evaristo. Axiomas violentos y pesimistas que trazan una vida, una novela, una voz, anclada en el odio y el rencor: “A mí la vida ya me había enseñado” –afirma el narrador– “que da igual si cazás o te cazan, la presa siempre termina siendo algo que te cae mal al estómago, o vos le caes mal al estómago del otro”.
Sumido en los humores machistas y resentidos de un fracasado hombre de tango, en la dureza de un Humphrey Bogart, en la penumbra psíquica de un protagonista noir, Sergio abandona el psiquiátrico en el que se había internado para enfrentar el trauma de una verdad: su padre, desvaído ante una traición confabulada por su mujer y un amigo, termina por suicidarse en el triste baño de una estación de servicio. Un inmenso hotel –que jugó su papel en la pérfida tramoya– permanece en pie como el último signo de un padre débil, de una amistad rota, de una mujer traicionera. Hacia ese hotel se dirigirá el protagonista buscando venganza.
En ese camino pavimentado de romanticismo fatal se topará con la incendiaria Violeta, un personaje extremo que agitará sus fundamentos, sus verdades irrevocables. Comparten, sobre todo, cierta ideología del exceso y el afán por las frases radicales. El sexo, antes que como práctica de placer, se desenvuelve entre ellos como un acto de poder salvaje y definitorio. “Todos tragamos más injusticias de las que merecemos” –afirma el protagonista– “y hay que poner un límite en algún punto. Si es que se puede. Casi nunca se puede”. Juntos intentarán trazar ese límite, en un mundo gobernado por la hipocresía, las convenciones y las tropelías a las que induce el ansia por el Capital.
Hosne destila un odio generalizado contra la sociedad burguesa que estandariza el comportamiento y la idiosincrasia del ser humano. Frente a expectativas socioculturales que moldean la normalidad de conductas y vínculos, Sergio opta por cierto reviente, única vía que permite diferenciarse en un sistema que todo lo homogeniza. Y en el que hasta los seres más excéntricos e inclasificables pecan de simulación y camuflaje.
“Rencorosos y dóciles, violados, robados, destripados, y estúpidos siempre. (...) ¡No cambiamos! Ni de calcetines, ni de amos, ni de opiniones, o tan tarde, que no vale la pena”, escribió Céline en Viaje al fin de la noche. El protagonista de Hosne así lo entiende. Y si bien es probable que no valga la pena, asustar a un oligarca, gritar a viva voz en la calle o quemar un banco, sabe un pelín –mientras vivas– a justicia.
15 de febrero, 2023
Mientras vivas
Alejandro Hosne
Evaristo, 2022
234 págs.