El característico sonido de Miles Davis, usualmente moviéndose con una soltura exquisita por el registro medio de su trompeta, en ocasiones endulzado por la sonoridad particular que le otorgaba la utilización de la sordina y su constantemente innovadora, ergo influyente, forma de crear música lo han ponderado en boca de muchos como una leyenda. Por supuesto es admisible este rótulo para un músico con una carrera profesional que se aproxima al medio siglo, caracterizado por la no conservación de los esquemas dados, impulsor de transformaciones estilísticas sumamente pronunciadas y catalizadoras de nuevas experiencias a nivel compositivo en muchos de sus contemporáneos. Pero su carácter o, mejor dicho, la construcción que hicieron del mismo las personas que lo conocieron en mayor o menor grado, también es parte de la leyenda que se elaboró colectivamente sobre la figura de Miles. Apodos como "Príncipe de las tinieblas", "Príncipe del silencio" o "Mr. Don`t call me cool" han buscado definir lo indefinible.
Miles Davis ha sido adjetivado desde cuanto posicionamiento se nos ocurra, y en esa multiplicidad de definiciones que se le han impuesto a su ser, juegan también, por defecto, los fantasmas internos de quienes las espetan. Por lo tanto, Miles es, en el plano legendario, de tantas maneras como se lo haya intentado definir.
Las páginas de Miles por Miles no están exentas de los movimientos imaginarios que Davis despertaba en quienes lo entrevistaron o relataron momentos compartidos con él. Indudablemente resulta gratificante para nuestro costado fisgón que se nos brinde la posibilidad de conocer las diversas impresiones que suscitaba su persona en quienes lo conocieron. Pero un juego interesante, que se presenta como una puja de fuerzas y al que, de alguna manera, invita esta compilación, se encuentra en la posibilidad de suspender esas impresiones al momento de leer la voz de Miles. Dejando que esa voz nos llegue desde su lugar más puro, desprovista de los elementos agregados que se encargaron de configurarla como leyenda. Noción sobre la que el propio Miles se manifiesta: en una entrevista realizada por el freelancer Lionel Olay, algo trabada en la interacción, el periodista pone en cuestión si tiene sentido que Charlie Parker se haya convertido en una "leyenda" a lo que Miles responde con seguridad: "Nadie pensó como Bird. Nadie tocó de esa manera. Eso es verdad, no una leyenda. Es la verdad. Lo que hizo en privado, es problema suyo. Mucha gente hace lo mismo, pero nadie dice nada. Yo hago lo mismo". Y no será la única ocasión en la que haga explícito un posicionamiento respecto al título de leyenda con el que muchos lo identifican: "Una leyenda es el viejo al que se lo conoce por lo que solía hacer. Todavía sigo activo. Sólo llamame Miles", le dijo a Mike Zwerin.
El destacable lugar asignado al discurso original de Miles Davis durante el transcurso de las entrevistas, incita tenazmente a no circunscribirse de manera exclusiva a la nebulosa leyenda que se formó sobre él y esto implica un logro esencial.
Miles Davis por Juan Carlos Comperatore
Estas entrevistas y encuentros documentados en artículos que van desde 1957 hasta 1991, registran un extenso período de su vida y proponen un acercamiento a los distintos aspectos que lo constituían en mayor o menor medida. El racismo figura como un tema constante que Davis elige problematizar en muchos de los diálogos en los que se involucra. Se encarga de explicitar con lucidez vestigios de racismo en sucesos, que algunos, contra cualquier buen uso del pensamiento, prefieren naturalizar. Dice, por ejemplo, cuando Arthur Taylor le pregunta si va seguido al cine: "Me quedo raro todo el día después de ver esas películas con los mismos problemas blancos de siempre. De esas llenas de chicas con el pelo largo, en las que todos están pasándola bomba y nosotros no. No ves un negro. (...) Es una forma de racismo cuando sólo ves gente blanca bailando y pasándola bomba, y no te muestran ningún negro, ni cómo se sienten, o ningún chino, sólo chicas blancas bailando con su pelo de un lado a otro. Se me hace agotador". En esta misma línea, orientado por su repudio al racismo pone en tela de juicio, más de una vez, el uso de la palabra jazz hallando una connotación despectiva en la misma "No me gusta la palabra jazz, es una palabra que los blancos tiraron sobre nosotros".
El proceso creativo abordado desde una natural conexión con el incesante presente, se refleja con insistencia en una intención rígida orientada a la no repetición, la innovación permanente y la adaptación activa a las tecnologías emergentes que fueron dejando huella en su obra. Como también se hace presente en el gusto por compartir la música con otros, en la dedicación de disponerse a componer pensando en los miembros de su banda y en un ego que no obturaba el proceso creativo de sus compañeros, siendo capaz de dar espacio a las composiciones de los músicos que lo acompañaban en el repertorio de sus conciertos y en sus grabaciones.
Una búsqueda espontáneamente creativa atraviesa todo lo que tiene que ver con Miles. Y al leerlo se logra una aproximación a cómo piensa la música, no desde un regodeo ególatra del análisis de su propia estética al que generalmente se muestra reacio, sino desde cómo escucha, qué valora y también qué desprecia.
El talante que Miles presenta en las distintas entrevistas es muy variable de una a otra. En algunas oportunidades se lo nota decididamente hosco y la tensión que despierta en sus entrevistadores se vuelve evidente; pero en otras se muestra paciente, divertido, ocurrente y abierto a develar algunos de sus entresijos. Oscilando impredeciblemente entre estos dos perfiles, se refiere también a temas extramusicales tan diversos como sus distintas etapas en relación al consumo de drogas, su pasión por el boxeo y los autos de lujo, el dinero, el período de aislamiento que atravesó desde mediados de la década del setenta hasta principios de los ochenta, sus peripecias en el terreno de la salud y sus incursiones en el dibujo, entre otras cosas. El oxímoron advendría de manera inmediata si no se advirtiera que ─en este artista─ nada es estrictamente extramusical, considerando que la generalidad de lo que lo conforma atraviesa ese filtro de un modo u otro.
La notable recopilación está compuesta por entrevistas a cargo de periodistas reconocidos, artículos que le rinden tributo publicados en revistas que pasaron a ser de culto y transcripciones ─por primera vez realizadas─ de grabaciones de programas radiales y televisivos, que se conservaban en el circuito underground. Partiendo desde esa base diversa de fuentes compone un atrapante registro del desarrollo de esta relevante figura de la música a lo largo de más de tres décadas, acercándonos a Miles Davis desde una profunda complejidad que abarca infinidad de matices, contradicciones y consonancias.
29 de abril, 2020
Miles por Miles. Entrevistas y encuentros con Miles Davis
Paul Maher Jr. & Michael K. Dorr (Editores)
Traducción de Fernando Correa-Navarro
Letra Sudaca, 2020
372 págs.