La editorial Paradiso reedita en este tomo tres libros de Leónidas Lamborghini que ya había editado por separado. No se trata de una compilación, entendida como selección de una serie de textos representativos de un autor, sino de la conjunción de alguno de los títulos disponibles en el catálogo de la editorial, que se restringe a un período más o menos acotado. Mirad hacia Domsaar fue escrita en 1999 y editada en 2002, La risa canalla (o la moral del bufón) es del 2004 y Encontrados en la basura del 2006. Los tres coinciden en surgir en una época particularmente convulsa del país, signada por el fin de los '90 y su explosiva conclusión en la hecatombe del 2001; y en los tres, a través de sus múltiples modulaciones del desencanto, se trasluce el espíritu de la época. La coyuntura (siempre gravitante en la obra de este poeta) los emparenta, pero no alcanza para hacerlos funcionar en conjunto. La conjunción de los tres no redunda en un cuarto elemento que unifica la totalidad. De lo que se trata en este caso, y la foto en la portada del libro es elocuente en este sentido, es de habilitar la lectura de un autor a través de tres de sus obras.
La lectura es antes que nada un ejercicio caprichoso. Hay quienes prefieren y se concentran en leer “obras”, pero hay otros que, más a allá de las eventuales obras, se complacen en leer “autores”. Leer a un autor es ponerse en relación con una particular tonalidad de pensamiento, con un cierto temperamento, un humor general y una sensibilidad en la que se trasluce una mirada del mundo, que incluye un modo de concebir la escritura y de negociar con la palabra. En el caso de Leónidas Lamborghini, esa experiencia es particularmente sustanciosa, porque en todas las asignaturas tiene una postura diferencial, lo que constituye una verdadera singularidad dentro del campo de la poesía argentina del Siglo XX. No encajó en la generación del '40, que le correspondía por edad, no encajó en la del '50, que sin embargo promovió la publicación de uno de sus primeros libros (Al público), y recién encontró una cabal aceptación en la generación del '90, que lo adoptó como “maestro”.
Insumiso a las poéticas vigentes en el momento en el que comenzó a escribir, Lamborghini profesa un franco rechazo al lirismo (a su impostura, a su solemnidad, a su exaltación de una belleza supuestamente elevada), al que opone la épica (“género en el que el poema canta y cuenta a la vez”). Rechaza además la ingenuidad implícita en el supuesto de la “creación” y a su inspirado portador, ese visionario “yo lírico” catalizador de trascendencias y espiritualidades. Rechaza, en suma, todo idealismo de derivación romántica, al que opone un materialismo a ultranza. “Frente a un ideal de pureza, belleza y sentimientos elevados, que reafirma la Cultura como valor, Lamborghini propone una tradición de lo bajo, lo corporal, la violencia, la mezcla y el lumpenaje”, dice al respecto Gerardo Jorge, subrayando los componentes sustanciales de su poética, a los que habría que agregar el “habla” en todas sus modulaciones, incluida la canalla, y la risa, como una vía posible de transitar lo intransitable de la existencia. Antes que una creación, la poesía de Lamborghini es un proceso de derivación, que parte de una materia prima (sucesos, lecturas o cualquier otra manifestación extraída de la realidad inmediata), a la que el poema recompone mediante procedimientos tales como la trasposición, el ensamblaje y el reciclado, entre otras formas de reelaboración.
Para Lamborghini la cultura en general y la literatura en particular funcionan en una continua dinámica de derivaciones, y esta convicción se torna explícita en sus reescrituras. Exhibiendo lo que generalmente se oculta, opera en relación directa al Modelo, al que se propone revitalizar, sacándolo del estereotipo al que lo condena la consagración. Escribir en su caso es antes que nada un modo de leer. “Lo nuevo es el Modelo leído de una nueva manera”, dice, rubricando su apuesta.
Esta compleja configuración de autor, inédita en la poesía argentina, es la que el lector va a encontrar en este tomo a través de tres libros, escritos de una época en los que los lineamientos generales de su poética ya estaban consolidados.
Mirad hacia Domsaar es un extenso poema narrativo que da cuenta de la curiosa errancia de Pijg, un anciano agonizante que, atado a una camilla con rueditas, trajina los polvorientos caminos de la desierta Domsaar. Lo acompaña un curioso cortejo variopinto: su esposa “la sureña”, su enfermera y amante “Betty”, “el Buey no emasculado” (encargado de tirar de la camilla), “El Herrero” (último habitante del Domsaar), la espantosa “Víboraserpiente”, el Pájaro Pájero, la mismísima camilla y el sol de Domsaar. A la manera de Beckett, Lamborghini comienza por disponer un cuadro sujeto a una situación acotada, en el que emplaza a esta serie de personajes, que se constituyen en motivos a partir de la repetición de sus características específicas y acciones recurrentes (la sureña, por ejemplo, es “la torva esposa de Pijg, la del fiero entrecejo” y Betty es “la brava, carne morena, cubierta sólo por un pequeño, blanco y satinado taparrabo”). Luego, a través de una indagación continua de estos motivos (combinándolos, reconfigurándolos y confrontándolos), Lamborghini se entrega a hacer lo que mejor sabe: música a través de la escritura, es decir poesía en su máxima expresión. Otra vez como Beckett, se concentra sobre todo en cómo suena. A través de la repetición del imperativo (“mirad”, “miradlo”), que percute de manera continua en la conciencia del lector, construye una base rítmica poderosa, sobre la que, siguiendo el modelo de la jam session, se entrega al juego exploratorio de las variaciones. El resultado es una experiencia hipnótica, en la que el misterio, lejos de develarse, se va intensificando hasta lo indecible.
En La risa canalla (o la moral del bufón), Lamborghini vuelve a operar en relación directa a un formato previo, adoptando en ese caso una serie de noticias en las que el horror instituido se hace síntoma, tornándose en icónico: un padre que prende fuego a sus hijos, Lorena Bobbit, un hijo que viola a su madre, el caníbal de Rotenburgo, etc. La reversión opera en este caso a través de la caricatura, dando lugar a una serie de “comiqueos”, tercetos dantescos sin rima en los que la noticia vuelve a contarse pero en otra clave, capaz de suscitar esa risotada que es mueca funesta. Según lo enuncia el propio Lamborghini, la operación no consiste en retratar lo visible sino en “hacer ver” lo que el periodismo espectaculariza. El libro hace explícito su programa, en el que risa y horror son dos caras de una misma moneda.
En el siguiente libro, Encontrados en la basura, reaparece este pronunciamiento programático en un poema referido a Lewis Carroll (“Ver el horror / en lo cómico / y lo cómico / en el horror. / Ese es el juego”), poniendo de manifiesto la operación de reacople y reciclado, implícito en el título del libro y característico del autor. Otro elemento que reaparece en este libro es la conjunción de los opuestos. Lamborghini piensa siempre en términos reversibles. Se instala y explora ese pasaje en el que el valor de la reversibilidad se pone de manifiesto. “Llama la risa / a lo siniestro. / Llama el sentido / al sinsentido. / Llama el pensar / al desvariar”. Por último, en el tercer apartado del libro, trabaja en relación a un modelo recurrente en su obra: el Siglo de Oro español. Desarrolla una serie de curiosas Liras, entre las que sobresale una en la que elabora una figuración de Quevedo desnudo frente al espejo, reflexionando acerca de sus bolas.
No está todo ni mucho menos, pero este tomo en el que se acoplan tres de sus libros es un exponente bastante elocuente de la singular poética de Leónidas Lamborghini, una de las más potentes y disruptivas de la literatura argentina.
22 de septiembre, 2021
Mirad hacia Domsaar, seguido de La risa canalla (o la moral del bufón) y Encontrados en la basura
Leónidas Lamborghini
Paradiso, 2021
224 págs.