Hace ya casi veinte años, Iosi Havilio publicó Opendoor, su primera novela. En sus páginas convivían una voz deudora de la apatía indolente de cierta literatura argentina de los años noventa (heredera, a su vez, de las traducciones de Raymond Carver) y las derivas narrativas de las novelas de César Aira. Seis años después subió la apuesta con Paraísos, su extensa y ambiciosa continuación. En Misiones, su última novela, Havilio no sólo cierra (aparentemente) una trilogía, sino que extrema sus procedimientos hasta llevarlos a un delirio gozoso que trasciende el realismo desmesurado de sus entregas previas.
Misiones está integrada por tres partes diferentes, unidas tenuemente por la historia de Quispe, una joven princesa inca. La llegada de Quispe a tierras mesopotámicas altera para siempre la vida en una comunidad guaraní que es arrastrada a una revolución sexual que desembocará en un matriarcado delirante. El narrador es un jesuita que oscila entre la fascinación y el espanto ante la desmesura que provoca en la población la muchacha y su leyenda. La novela indaga indagan en los vínculos entre historia y leyenda, oralidad y escritura, ley y transgresión. Havilio no pretende hacer ficción de época: el jesuitismo es menos un objeto de representación que una cifra del sincretismo formal con el que se construye el relato. Frases en latín, huellas de las crónicas de indias, marcas del discurso antropológico y anacronismos varios conviven en una prosa que hace de la mezcla su registro privilegiado.
La segunda parte de la novela prosigue con la historia iniciada en Opendoor y Paraísos. En capítulos brevísimos, la narradora relata sus peripecias en Misiones, mientras aguarda para viajar a Brasil; allí la espera Eloísa, su joven amante y reflejo deformado de la princesa Quispe. En estas páginas, Havilio vuelve a exhibir algunos recursos de las novelas anteriores de la saga: los verbos en presente del indicativo, la reelaboración de la oralidad porteña contemporánea, el vértigo narrativo. En aquellas, la sombra de lo sobrenatural no alcanzaba a noquear al realismo; en la segunda parte de Misiones, en cambio, el relato vira hacia lo onírico y lo mítico, como si el discurso de la narradora se fuera contaminando de los imaginarios delirantes de las otras partes que la conforman.
La tercera parte de Misiones tiene formato de texto dramático. De acuerdo a palabras del propio autor, es un “Divertimento sacro-erótico en un acto”. Se trata de una brevísima y delirante obra teatral ambientada en tiempos jesuitas, deudora de esos artistas del exceso y de la crueldad que fueron el Marqué de Sade, George Bataille y Osvaldo Lamborghini. A partir de la leyenda de Quispe, en sus escasas sesenta páginas desfilan penetraciones, succiones y vejaciones varias. El registro oscila entre la parodia de lo sagrado y formas de lengua que tienen algo de humorada preadolescente (“Lindo guascazo te vas a ligar”). Los anacronismos en clave humorística salpican los intercambios entre los personajes: “pasaron cosas”, “cuestión que”, “sorry”, “listo el pollo”, “gracias totales”. La lengua de la novela se permite alguna referencia a la coyuntura actual (“¡Libertario hijo de remil putas!”), menos en clave de crítica política que como ingrediente de una carnavalización bufa.
Las tres partes de la novela exhiben entre sí cierta independencia y podrían leerse como breves textos autónomos. Aunque es verdad que, más allá de la sombra de Quispe, algunos elementos le confieren unidad al volumen: la sexualidad desbordada como amenaza y seducción, la mezcla estilística, el cruce entre lo sagrado y lo profano, el punto de vista fascinado y horrorizado ante lo diferente. Y si solo la segunda de parte de Misiones se vincula de manera explícita con Opendoor y Paraísos, lo cierto es que los tópicos que estaban presentes en ellas continúan, extremados. Por eso, si efectivamente se trata del cierre de una trilogía como afirma el texto de contratapa, obligará a leer las novelas anteriores con nuevos ojos críticos, menos atentos a las formas realistas que a las posibilidades narrativas del mito.
21 de mayo, 2025
Misiones
Iosi Havilio
Blatt & Ríos, 2025
224 págs.