En Mr. Potter, la voz de Jamaica Kincaid destila la furia de su propia historia, la de su tierra natal, Antigua y Barbuda, así como la huella persistente del colonialismo y su legado de explotación. La trama se centra en la vida de su padre biológico, Roderick Potter, a quien nunca conoció. El apellido 'Potter' fue conferido por los dueños de los ancestros africanos esclavizados para trabajar en las plantaciones de azúcar. Mr. Potter, chofer y analfabeto, al igual que su padre pescador, representa la realidad de aquellos que llevan sus vidas con estoicismo bajo el sol inclemente de Antigua.
En esta historia, Jamaica Kincaid teje los límites entre biografía y ficción, aborda temas familiares, discriminación de género y los efectos de la colonización. En el relato, el color de la piel de Mr. Potter y los otros como él nunca se menciona; se convierte en la norma, la representación de los colonizados. El pronombre “nosotros” se contrapone a los blancos, ya sean dominadores o turistas. A pesar de las aparentes desconexiones entre los personajes, la narradora explora las complejas relaciones entre aquellos que la historia ha configurado como seres desplazados: “Mr. Potter, mi padre, Roderick Nathaniel Potter, era de los habitualmente degradados. Y véanlo ahora dando vuelta a una esquina, sin estar en posesión aún del conocimiento de su propia miseria, no estará nunca en posesión del conocimiento de que el mundo ha dejado caer sobre él injusticia tras injusticia, crueldad tras crueldad, no estará nunca en posesión del conocimiento de que, si bien su existencia era sagrada, su existencia era un triunfo del mal”.*
Ese Mr. Potter, ajeno a las injusticias que marcaron su vida debido a su analfabetismo, es presentado por su hija, Elaine Cynthia Potter, que sí sabe leer y escribir –es escritora–, como un hombre sumido en la amargura y el malestar. Esa hija, al igual que él, vive marcada por la falta de reconocimiento paterno, reflejada en una tachadura en su partida de nacimiento que borra parte de su identidad. A través del acto de escribir, la narradora se erige como figura central, y desentraña la historia de un hombre aparentemente insignificante.
Cada capítulo revela nuevos detalles que completan el rompecabezas y genera una narrativa que fluye como las olas en las playas de la isla, un paraíso para turistas y un infierno para hombres como Mr. Potter. El texto, rico y rítmico, entrelaza historias, frases, personajes y abundantes repeticiones. La traducción de Inés Garland, a pesar de las aclaraciones a pie de página sobre el patois, transmite con tersura el lirismo de la escritura de Kincaid.
La historia se vuelve circular, convierte el relato de Mr. Potter en la historia de los nativos, quienes, atrapados en la repetición y el hábito, luchan contra el racismo, la falta de atención médica y el analfabetismo. La dificultad radica en la ausencia de una patria y cultura auténticas, separadas de las del colonizador. Mr. Potter, como Autobiografía de mi madre, sugiere que los africanos esclavizados no pudieron forjar una nueva cultura auténtica en Antigua, los isleños parecen carecer de una civilización genuina, y quedan atrapados en una cultura de segunda mano.
Kincaid ha dicho que todo lo que escribe es autobiográfico. Podríamos entrelazar su experiencia en los distintos textos: la narradora de Girl escucha callada las instrucciones de su madre; en Annie John pasa a responder, alejarse y abandonar las islas. En Lucy, ya en Nueva York, rechaza abrir las cartas de su madre. Por último, en Autobiografía de mi madre rastrea su origen abandónico, y Mr. Potter es la contracara de una autobiografía huérfana, en la que escribir es confrontar el silencio, ser silenciada: Elaine Cynthia Potter se convierte en Jamaica Kincaid, escritora. Es ella quien puede contar y entonces crear su historia familiar. Y también a sí misma.
17 de enero, 2024
Mr. Potter
Jamaica Kincaid
Traducción Inés Garland
La Parte Maldita, 2023
174 págs.