Seis relatos, casi ciento diez páginas y una pequeña multitud de memorias y voces, de aventuras y trances, de tentativas y percances, de fulgores y supersticiones. Eso supone sumergirse en la nueva aventura de la narradora Pía Bouzas (Buenos Aires, 1968), Mundos en disolución.
“¿Qué había en esa música que alcanzaba a rozar la selva sin ser un sonido de la selva?”, leemos. “Se podría agarrar el silencio con las manos, hacer una pelota, tirarlo como una bola de nieve”, ojeamos. “La naturaleza es la artista”, leemos. “Había un silencio como de quien cree estar solo, pero no lo está”, en otro momento. “Como si el idioma nuestro no fuera el apropiado”, más adelante. “Era perturbador constatar que la luz seguía ahí, haciendo su trabajo de jornada larga, desvelada”, leemos. “Desear algo más, ¿qué?”, seguimos. “Es difícil contar cómo se vive el miedo”, impecable.
El entorno puede ser la gran ciudad y sus secretos. El contexto puede ser la gran naturaleza y sus enigmas. Pero como es habitual en los libros de Bouzas –Una fuga en casa (Club Hem, 2018) o Extranjeras (El fin de la noche, 2011), por citar algunos–, siempre la espiral del deseo y la contingencia de lo transitorio relampaguean con su estirpe de misterio y recelo, de paranoia y alarma, de sensualidad y sedimento. El aire Camus de “Diario de una pareja que toma sol en el balcón” o el aroma Chatwin de “El aire escasea aquí arriba” pueden rubricar esa zozobra, ese desvelo.
Trazo a trazo, dos instrucciones levitan entre la madeja de personajes que ocupan las historias de Mundos en disolución: el observar y el escuchar. Lo inestable como puente entre esas dos distinciones: escuchar y observar ante un universo de posibilidades. Tal vez el sitio más alto en este Everest sea el relato dedicado a la fallecida cantante Sinéad O'Connor, “Una felicidad instintiva, por qué no”.
Gloria Peirano destaca en estos relatos la singularidad de estas “vidas observadas por una mirada siempre precisa, aunque profundamente afín a los mundos que deponen cualquier certeza”. La certeza de la indeterminación. La indeterminación de la certeza.
En los textos de Bouzas parecemos caminar sobre hielo delgado, pese a que todos los indicios no indican que debamos estar sujetos al desconcierto o a lo inesperado. Modos corales de un mundo en la cornisa. Como las protagonistas de “Tortugas marinas”, que logran sobrevivir en el mar solo una de diez. O como la frase que cierra el relato que lleva casi el mismo nombre: “Una felicidad ciertamente inestable, también instintiva por qué no”. En esa franja se mueven estos mundos que Bouzas saca a relucir con el estilete de una pintora impresionista.
13 de diciembre, 2023
Mundos en disolución
Pía Bouzas
Salta el Pez, 2023
108 págs.