Raymond Roussel quizás siga siendo el más ilustre desconocido de las letras francesas del siglo XX. Su influencia en toda suerte de creadores es tan innegable como lo es su escasa difusión tanto en el ámbito académico como entre el gran público. La lentitud con la que han ido publicándose sus obras completas y la aparición a cuentagotas de sus versiones en español dan buena fe de ello. Los primeros textos se publicaron a principios de los años 70, pero hubo que esperar a 1990 para que volviese a ser traducido. Hoy en día en español solo están disponibles Impresiones de África (Aurora Bernárdez, 1973; M. T. Gallego e I. Reverte, 1990), Locus Solus (M. Cohen, 2001), El Doble (M. T. Gallego, 2017), La vista (Carlos Cámara y Miguel Ángel Frontán, 2018) y sus Textos embrionarios, traducidos por quien firma estas líneas en colaboración con G. Andújar.
La obra cumbre del autor, Nuevas impresiones de África, publicada en traducción de Antonio Alarcón por la refinada editorial independiente Libros de la resistencia, colma un vacío y es un gran acontecimiento para todos los rousselianos. Entre 1915 y 1928 Roussel compuso la más compleja de sus obras, él mismo calculó que fueron necesarios siete años para su escritura y que habría invertido unas quince horas de trabajo en cada verso. De tan titánico esfuerzo dan fe los manuscritos publicados por Les Presses Universitaires de Rennes (2019).
El volumen se compone de cuatro cantos en firmes alejandrinos, rimados en buena medida por homónimos, parónimos e incluso dislocaciones fonéticas. Los versos tienden el puente más directo, más sintético, entre dos ideas, dos objetos y encierran relaciones muy concretas en una expresión a la vez precisa y elíptica; se trata de una poesía microscópica. Por ejemplo, los dos versos y medio siguientes pasaron por una decena de reformulaciones antes de llegar a su versión final. El facsímil refleja perfectamente la auténtica tortura que se autoimpuso el escritor.
[Ne pas confondre] La flèche ignare à bail sublunaire écourté
Qu’on sort d’un coeur, pour une instruite plume d’oie
À rouge encre;
[No tomar] La flecha ignara del contrato sublunar reducido
Que se saca de un corazón, por una instruida pluma de oca
Con tinta roja;
Este es uno de los más de 250 ejemplos de objetos de muy distintos tamaños que, bajo determinadas circunstancias, podemos confundir. La flecha es mucho más larga que la pluma pero, si se dan las circunstancias; por ejemplo, si la saeta está manchada de sangre y la pluma empapada de tinta roja; si una mano está extrayendo la flecha del corazón que ha acortado su vuelo y otra mano está sacando la pluma de un tintero rojo…
Manuscrito de Nouvelles impressions d`Afrique. Página correspondiente a los versos citados.
El exuberante inventor de seres y de máquinas imaginarias, de proezas inconcebibles, de mutantes inverosímiles que es Roussel en la mayoría de sus textos se reinventa en Nuevas impresiones... como filósofo que levanta acta de una radical falta de sentido. Las exuberantes maquinarias son sustituidas en este último texto por el infatigable inventario de la fragmentación de la realidad y de las mentiras de la representación que resultan de un divorcio definitivo entre los signos y el mundo. No podemos fiarnos de los humanos porque su vanidad les lleva a cubrirse de signos que no los representan, a confundir cosas que nunca deberían confundirse, a aceptar las más burdas falsedades; la envidia les impide reconocer los méritos ajenos; no podemos fiarnos de nuestra mirada porque puede estar hechizada y confundir unas formas con otras; no podemos fiarnos de los textos porque muchos de ellos dicen falsedades: si ningún signo es fiable ¿cómo podemos estar seguros de nuestra propia identidad?
Esta fragmentación del mundo y de la lengua se refleja materialmente en todos los niveles de un texto dominado por un sistema de paréntesis concatenados y de notas a pie de página. Cada uno de los cuatro cantos está compuesto por una única frase, enseguida preñada con un paréntesis, que a su vez darán lugar a otros incisos que serán interrumpidos por notas, que a su vez comportarán nuevos incisos marcados por nuevos paréntesis… así, hasta alcanzar el noveno nivel de parentetización en el que toca guardar silencio. El texto se presentó desde la primera edición (Lemerre 1932) envuelto en un complejo caparazón paratextual, no solo de paréntesis y notas, también de encuadernación e ilustraciones, en cierto modo como si el envoltorio intentase contener la desintegración que se dibuja en el interior.
Así, Roussel ofrece a su lector una obra tanto para leer como para ver, que integra su soporte y cada uno de sus aspectos materiales en la poética general del texto. Por la manera en que diluye las fronteras entre lo plástico y lo lingüístico Nuevas impresiones... ha sido objeto de numerosas reinterpretaciones artísticas. En 1938 el surrealista Jacques Brunius creó la primera Máquina para leer Nuevas impresiones de África, desmontando las series y disponiendo cada una en tiras de papel colocadas bajo vidrio. En 1954 el patafísico argentino Juan Esteban Fassio inventó una nueva máquina, más compleja que la primera, cuyos esquemas publicó la revista Bizarrre nº 34.
La máquina para leer Nouvelles impressions d’Afrique> de Juan Esteban Fassio, Bizarre 34/35
Los homenajes que distintos artistas han rendido al libro de Roussel: Machine for reading Lenz (1983-1993) de Rodney Graham; L’écheveau du cas Roussel (2002) de Jacques Caumont, Il faut être inexact mais précis (1989) de Jean-Louis Faure, ilustran perfectamente sus potencialidades plásticas. Más recientemente yo mismo, junto con Inés Laitano y Philippe Bootz, realizamos una versión hipermedia del original para ofrecer al lector la posibilidad de explorar el máximo de potencialidades poéticas del texto (https://www.rousselnia.fr/).
Sin duda muy consciente de la relevancia de los aspectos materiales del volumen en la poética del texto, Edmundo Garrido entrega al lector hispanófono una escrupulosa reproducción de la edición original. Una edición, por así decirlo desnuda, sin notas ni explicación alguna, apenas un brevísimo posfacio y una, también breve, nota a la edición.
El texto francés y la versión española se presentan cara a cara, impresos respectivamente en la primera y la última página de cada cuadernillo de cuatro páginas. Los cuadernillos están doblados y sin cortar a manera de dejar en su cara interior cada una de las 59 ilustraciones que Roussel había encargado al dibujante Henri Zo a través de una agencia de detectives. El dibujante no sabía ni para qué autor ni para qué libro estaba trabajando. Las instrucciones de Roussel están anunciando el arte conceptual, tanto las Instructions for painting de Yoko Ono como Oeuvres de Edouard Levé.
Ilustración nº 27 de Nuevas impresiones de África. Pág.111.
Traductor y editor nos comunican así su intención, se trata de entregar a los lectores el texto original y facilitar su lectura, no de intentar trasladar al español la experiencia poética de Roussel. Antonio Alarcón renuncia tanto a las rimas como a los alejandrinos como a cualquier pretensión adaptativa, explicativa para mantener intacta la extrañeza del texto fuente. Ofrece una versión casi jurídica de los versos de Roussel, intentando no cambiar ni una palabra de sitio de manera a dejar la puntuación del original intacta, sin vacilar a la hora de multiplicar los hipérbatos. La lengua extraña de Nuevas impresiones..., sintética y, por momentos, opaca pasa a una versión preñada por el texto fuente, que renuncia a las estrategias domesticadoras habituales de la traducción para dejar intacto el misterio de Roussel.
Como si, eligiendo el momento oportuno,
Un encantamiento hubiera sabido volverlo propenso
A tomar —el aparato que, descubierto por Franklin,
Sin peligro en un pozo hace perderse el rayo
Por un hilo gris pasado por una aguja de coser;
[…]
—una espira de ducha
De sistema consumado, por un ingenuo muelle
En espiral;
27 de octubre, 2021
Nuevas impresiones de África
Raymond Roussel
Traducción de Antonio Alarcón, ilustraciones de Henri-Achille Zo
Libros de la Resistencia, 2021
336 págs.