Alicia Genovese nos recuerda que la poesía es una posición sensible frente al mundo; y el acercamiento múltiple, heterogéneo y en pleno diálogo con las voces de los otros y de las otras, un mapa de ruta de la poeta. Así, los poemas de Oro en la lejanía persiguen varios caminos sucesivos casi simultáneos en el tiempo. La migración de cientos de personas atravesando el mar para llegar a tierra, una capitana alemana que cruza las fronteras con una caravana de refugiados, el silencio y la grafía del silencio de los niños viviendo en hogares improvisados con la esperanza de que algún día puedan vivir con dignidad.
Migrar no es una tarea solitaria, no es un hecho aislado, es un tejido que se va hilando en el tiempo. No lo digo por las lanchas cruzando el mediterráneo repletas de personas sin destino fijo, es el presente, sí, y es nuestro pasado. La poeta nos recuerda dos cosas. La primera es que ella en sus genes vivió la migración de sus ancestros. Hay algo en la memoria celular que hace casa en nosotros y se traduce en hábitos, formas de alimentarnos, rutinas, horarios y vocablos. Somos parte de una herencia secreta, invisible, que antes también cruzó el mar y atravesó la tierra hasta poder construir ese espacio tan amable y cálido que llamamos hogar.
Segundo: migrar es un término que refiere al hecho de trasladarse de un lugar a otro, con sus coyunturas, sus riesgos, sus temores, pero es un hecho que salpica e implica a la lengua, porque las lenguas migran y en ellas están contenidas nuestras memorias culturales; no habría transmisión ni conservación de las lenguas sino fuera posible por la palabra, y aquí la poesía es un hecho político cuya sensibilidad tiene un alcance que termina por integrar a los y las desplazadas del mundo que vivimos.
¿Qué es el oro? ¿Qué sería el resplandor que todos anhelamos como abejas focalizando la atención en el núcleo radiante de la miel? ¿Una casa? ¿Una familia? ¿Poder alimentarnos? ¿Poder diseñar un mapa en el futuro en el que nuestra voz sea escuchada y resuene con dignidad? Los poemas de Genovese se repiten y que repiquetean desde el corazón pero no desde la soledad. Y las palabras qué pueden hacer, qué pueden construir. ¿Cómo convivimos desde nuestras orillas rodeadas de verde, arroyos, con el dolor y la falta de los otros? ¿Acaso la poesía cose las suturas del daño? ¿Y si el daño es mayor a lo que podríamos imaginar y sólo nos queda aceptar el hundimiento natural y accidental como el de esas barcazas que se pierden de los radares para siempre en el fondo de las aguas?
Escribir implica incomodidad, dislocación y, más que sostener una idea fija, asimilar la gravedad de los hechos que acontecen alrededor nuestro. En estos versos no hay simulación de la agonía, y si se multiplica se debe a que esta es real.
La trama personal de la poeta trasciende el territorio de la escritura, la poesía se integra a una trama más amplia, enlazada con múltiples voces que en su singularidad encuentran su propio brillo y que al cuidar la llama de una se cuidan las llamas y el fuego de todas las voces como en una fogata o un coro que se encienden hasta quién sabe dónde: muelles, viajes interiores, escapes, troncos de barcazas abandonadas, el idioma desconocido de quienes nos rodean, objetos exóticos, máscaras, y poemas que terminan en la línea de fuga de los sueños.
Es cierto que hay una voz y un oído interior pero no hay que olvidarnos que encuentra su correlato en los otros y las otras. ¿Quién no se pregunta qué dirección tomar en su vida? ¿Quién no habla consigo mismo o consigo misma en un tono lírico como si fuese una modalidad privada e implicara un cuidado de nosotros, nosotras, y de los demás?
En tiempos de voces que rescatan la singularidad, Oro en la lejanía hace una apuesta mayor. No es únicamente una ejecución verbal sino un acto performativo, un llamado a la acción, quizá no ya, quizá no mañana, pero tal vez más adelante. En una época donde el afuera parece ser una ciudad dorada repleta de riquezas, Genovese nos recuerda que miremos hacia dentro, que encontremos las palabras justas en nuestra imaginación para actuar en consonancia.
No hay pérdida de intensidad, el discurso poético habla e integra a los otros y a las otras, en un universo donde muchas personas están todo el tiempo empezando de cero, y eso es literal, el trabajo de la autora de recuperar voces, diarios, biografías, es de una tarea que lleva más adelante a la construcción de una nueva comunidad, y si eso no se puede lograr por lo menos dice aquello que no se puede decir, coloca palabras donde antes sólo había silencio y sentimientos invisibilidades por el destierro y el desarraigo.
El poema puede ser un desierto, pero también puede ser un páramo, un faro, una señal pequeña, incandescente, que de a poco va creciendo y va sumando lectores y voces. De todas formas estos poemas no son un espejo; por el contrario, la reflexión poética tensiona lo representado. Tampoco es una simple contemplación de los hechos, sino más bien un trabajo emocional, interior, una escucha, que en estos tiempos es lo más parecido, y quizá más valioso, que el oro mismo, donde el otro y la otra pueden desde diferentes formas de vida y fondos opuestos de vivencias encontrar no asilo sino descanso, resguardo y ese sentimiento parecido a la esperanza que cada tanto aparece y nos ayuda a creer en el porvenir.
9 de febrero, 2022
Oro en la lejanía
Alicia Genovese
Gog y Magog, 2022
104 págs.