Pasajeras esas nubes, 7 poetas bonaerenses, reciente publicación de Ediciones Bonaerenses, es una antología poética compilada por la escritora Roberta Iannamico que reúne a siete poetas del sur bonaerense: Lorena Curruhinca, Laura Forchetti, Natalia Molina, Eva Murari, Agostina Paradiso, Carolina Rack y Alejandra Saguí. Muchas de ellas ya se conocían o se habían cruzado previamente en algún encuentro de poesía, poniéndole el cuerpo a la palabra. Siendo este un proyecto gestado en pandemia (momento donde el arte y la poesía funcionaron como refugio y como antídoto contra la soledad) estas poetas unieron sus voces en busca de un rumbo colectivo, un poco de sol después de la tormenta.
Además de compartir un espacio geográfico, ellas también comparten el hecho de haber nacido y de percibirse como mujeres. Mujeres escritoras. Mujeres que hacen poesía. Podemos ver en las diferentes poéticas que recorren el libro, más allá de las diferencias etarias, una escritura que funciona también como un ejercicio de reescritura. Hay una tarea, un código muchas veces tácito, de revisar el pasado. Ellas no solo ven el mundo, sino que vuelven a verlo constantemente para construir un futuro juntas. Así, Natalia Molina habla de que la famosa reina batata ya no se abatató más: “Ya no soy la reina batata. / Sino la reina de mí misma. Nos habla de Otra versión de Caperucita y el lobo donde Caperucita gritó gritó gritó/ y el lobo/ se asustó”. Habla de las mujeres de su familia, dice: “Bailemos juntas”. Lorena Curruhinca también vuelve la mirada hacia atrás, a las primeras mujeres de su vida y dice: “El hilo, finísimo, es el mismo que enhebré para mi abuela/ y también, para mi mamá; es el filamento por donde transcurre/ mi memoria y me configuro/ se tensa con cada evocación”. La necesidad de recuperación, de evocación, de reivindicación de las figuras femeninas de nuestro pasado es un acto necesario y muy valioso. La escritura entonces pasa a cumplir ese rol de compañera y también, militante. En los poemas de Laura Forchetti leemos: “si no lo escribiese/ aquí/ estaría perdida/ fuera del cuadro”. La escritura como acto de presencia, como acto empoderante, como Proceso expansivo donde (dice Agostina Paradiso) hacer “nacer un nuevo lenguaje, donde lo muerto ha de morir, para que tú nazcas”.
Otra particularidad que encontramos en el libro es el hecho de que todas las poetas nacieron en el sur de la provincia de Buenos Aires, con lo cual, casi naturalmente, las diferentes voces despliegan su poética desde la fuerza de la naturaleza. Una poética mediada por los campos, el mar, las sierras. Natalia Molina nos lleva por la ruta en auto y “Nos atraviesa el amarillo de los girasoles/ como una llamarada lenta y dulce”, vemos “El cielo, las sierras y los campos”. Por su parte, Eva Murari, invocando los paisajes bahienses escribe desde el Arroyo Napostá: “los árboles resplandecen y el aire se adensa/ con un perfume pesado de pinos/ pastos y flores amarillas/ El Napostá parece quieto, sin embargo, se mueve/ en pequeños círculos/ y también de izquierda a derecha/ desde donde escribo”. En su poética, Murari nos muestra pequeños instantes de felicidad y de calma: “La felicidad de estar al sol/ casi desnuda nos acerca La arena oscura / las casas entre las dunas/ el viento persistente/ de las playas del sur”. Carolina Rack, desde Coronel Suárez, nos cuenta que hay: “detrás de cada casa un espacio verde/ unos patios campos/ donde podes criar hasta seis terneros/ hacer crecer zapallitos y pepinos/ en el verano/ construirle una casa a los chorizos/ que se secan en invierno”. Agostina Paradiso dice que “la tierra es un dragón dormido Pregunta: ¿No escuchas el rugir de las placas tectónicas/ en el centro estomacal de la dragona”Alejandra Saguí agudiza el oído y escucha, trabaja con el sonido de las palabras que nombran la tierra, dice: “Hay un sonido de hojas/ que mete el suspenso/ y ahí quedo suspensiva”. Atenta al movimiento, a todo lo que está vivo, a lo que puede manifestarse: “me intriga/ porque le falta aún pero, igual/ la mandarina renueva ese gesto/ de prenderse al riesgo/ de explotar contra el suelo/ como invitando al resto”.
La potencia recorre todo el libro y brota en la relación que cada poeta logra establecer con su entorno a través de la escritura. Son poéticas que indagan sobre qué significa ser mujer y poeta, escribir con compañeras, escribirse desde el sur bonaerense. Laura Forchetti lo resume así: “que venga aquí lo que habita/ no lo que sembramos/ lo que viene solo/ las semillas del viento/ por azar o por origen/ por necesario/ el pastizal no se construye/ se alienta”.
14 de diciembre, 2022
Pasajeras esas nubes, 7 poetas bonaerenses
Compilado por Roberta Iannamico
Ediciones Bonaerenses
171 págs.