La evolución del conflicto israelí-palestino durante este último año y medio es tan brutal, tan extrema en sus condiciones, que esta crónica sobre el accidente de tráfico que dejó siete niños palestinos muertos y otros muchos gravemente heridos, en el mes de febrero de 2012, se lee con la distancia de un documento arqueológico de un pasado remoto.
En Un día en la vida de Abed Salama. Anatomía de una tragedia en Jerusalén (Premio Pulitzer 2024 en la categoría de No Ficción) comparecen, de una forma u otra, todos los hitos del conflicto hasta el año 2012: la creación del Estado de Israel en 1948; la guerra de 1967; los asentamientos ilegales de colonos; la política de apartheid; los abusos militares y policiales; la Primera Intifada; los atentados terroristas; los Acuerdos de Oslo; los encarcelamientos extrajudiciales masivos y los asesinatos selectivos; la Segunda Intifada; la Cumbre de Camp David; los desplazamientos de población; el expolio de los recursos y la expropiación de tierras y propiedades; la limitación de los servicios básicos y así sucesivamente... Todos estos elementos señalan el camino de una situación que para el momento de los hechos ya era insostenible en términos políticos.
Siguiendo la estela de las mejores crónicas periodísticas, Un día en la vida de Abed Salama hace foco en un puñado de historias particulares y va abriendo la lente al contexto general e histórico. Abed Salama es el padre de Milad, uno de los siete niños que perdieron la vida quemados en el incendio del ómnibus escolar que llevaba a un grupo de alumnos de jardín de infantes a una excursión. El accidente se produjo al chocar el ómnibus con un camión hormigonera en una ruta secundaria próxima a Jerusalén Este, administrada por Israel. Al lugar del accidente no acudió en tiempo y forma ningún servicio de emergencias –ni ambulancias, ni militares, ni bomberos ni policías israelíes, todos ellos con puestos de control y asentamientos a pocos kilómetros–, y la Autoridad Palestina no tenía jurisdicción en la vía, por lo que las consecuencias del accidente acabaron siendo mucho más graves de lo que podrían haber sido. Nathan Thrall logra poner orden en el complicado sistema jurisdiccional, cultural, político y religioso detrás del suceso. Para ello maneja una gran cantidad de información que hace circular por el texto sin perder el tono narrativo fluido y el pulso emocional sobre las historias personales y comunitarias en torno al accidente.
Resulta importante señalar que el libro fue originalmente publicado en el año 2023, antes de los atentados del 7 de octubre (de hecho, salió a la venta el día 3 de octubre de ese año). En poco o en nada se parece el mundo descrito en esta crónica a la situación actual, apenas una década después del accidente. Según apuntan las principales organizaciones internacionales que operan en la zona, el proceso colonial ha entrado en fase de genocidio y limpieza étnica. Este cambio en los términos históricos del conflicto fuerza a poner en una nueva perspectiva el núcleo trágico de la crónica. Estamos ante una gota de agua en un océano de injusticias, aberraciones, crímenes de guerra y masacres en las que se incluyen bombardeos de escuelas y hospitales, de campamentos de refugiados y de columnas de civiles desarmados desplazados por corredores humanitarios. Una violencia descontrolada que se ha cobrado, solo en el último año y medio, la vida de aproximadamente sesenta mil civiles palestinos, la mayor parte de ellos ancianos, mujeres y niños. En este contexto, la desatención deliberada de las víctimas de un accidente de tráfico tiene una carga moral cuya magnitud ha sido desencajada por completo. El episodio que documenta esta crónica, sin embargo, sirve para entender cómo se ha cimentado la deshumanización de la población palestina.
23 de abril, 2025
Un día en la vida de Abed Salama
Nathan Thrall
Traducción de Antonio Ungar
Anagrama, 2024
312 págs.