Peregrino transparente, del colombiano Juan Cárdenas, es un libro de aventuras y de viajes en el que se encuentran tanto reflexiones filosóficas como crítica social y política que interroga el siglo XIX colombiano con el objetivo de ofrecer una mirada sobre el presente.
El libro se puede leer como una reescritura de Peregrinación de Alpha escrito por Manuel de Ancízar en 1853. Este texto narra el viaje de la Comisión Corográfica por Nueva Granada con el propósito de levantar el mapa de la naciente república. El proyecto no fue solamente cartográfico: al grupo de especialistas se le había encomendado, además, la colosal empresa de acompañar la obra con diseños que describieran la marcha, las aventuras, las costumbres, la vegetación y su utilidad comercial, las razas en que se dividía la población, las curiosidades naturales y toda circunstancia digna de mención. La información sería usada para gobernar los territorios, conseguir el desarrollo económico y publicitar al país en el exterior desde una perspectiva científica. Se trata de un texto clásico, costumbrista, con personajes históricos que los colombianos conocen desde la primaria como el propio Manuel de Ancízar y su compañero el coronel Codazzi, encargados de construir el imaginario nacional.
El narrador de Peregrino Transparente está ubicado en presente y una de sus características es que debate con la representación de una Colombia actual a partir de la historia del país durante el siglo XIX. El juego narrativo consiste en presentar la historia en paralelo a la lectura histórica del narrador y la reconstrucción de ese relato.
El libro se dividide en tres partes, la primera y la última narran viajes repletos de aventuras. El primero cuenta las peripecias de la Comisión Corográfica y hace foco en la vida de un acuarelista inglés llamado Henry Price, quien tiene la perspectiva asombrada del extranjero. Price se obsesiona con un misterioso pintor de iglesias indígena llamado José Rufino Pandiagudo, que es una leyenda en esos territorios y que el narrador imagina fugitivo de la justicia. Entonces, decide encontrarlo. La historia se torna un viaje de persecución al estilo Marlowe-Kurtz en El corazón en las tinieblas, y como en aquella novela, el paisaje también acompaña la densidad de la aventura. Son los paisajes exóticos explorados por la Comisión Corográfica hace 170 años: selva, extremo calor y humedad, frío con nieve en la altura, caimanes, tigres, pájaros, flores. Price se topa, además, con el racismo del afán de progreso y modernización yla prostitución institucionalizada. No escapa a la superstición del realismo mágico: una araña inmensa y monstruosa succiona al protagonista. Los paisajes, que ahora están gobernados por las mafias que se benefician del narcotráfico, han consolidado la fantasía de lo autóctono colombiano como un ejercicio de autoengaño y también la demagogia del realismo mágico y los mil ropajes de la pornomiseria.
Cárdenas denuncia que la República de Nueva Granada fue una sociedad aristocrática, clasista y racista, continuación de la institución colonial y que lo continúa siendo. Por ejemplo, las ciudades tienen los barrios estratificados de modo de cobrar los servicios públicos domiciliarios de acuerdo con los ingresos. Sin embargo, la estratificación, además de económica, es social. En el siglo XIX, los “cachacos” eran los grandes señores conservadores-librecambistas. Sus adversarios eran los artesanos, que luchaban por la protección económica para poder desarrollar su producción, y eran conocidos como “guaches” (la palabra en lengua indígena significa “aguerrido”). Hoy los “cachachos” son los grandes señores de “estrato 6” y “guache” derivó de artesano en denominar a cualquier ser despreciable.
La novela también critica la pretensión, aparentar para mimetizarse en una sociedad vertical. Por ejemplo, la costumbre de vestir un abrigo a pesar del calor, con tal de presumir un clima divido en estaciones, como es el clima en Europa. El narrador, además, se mofa de que los personajes se aferren, a conciencia, de vivir en una sociedad moribunda. También señala la jactancia de los popayanes (del municipio de Popayán, de donde es oriundo el autor) de que los restos de Don Quijote están enterrados en su distrito. La ficción de la ficción con tal de congraciarse con los españoles.
En la novela, el pintor indígena José Rufino Pandiagudo es un comprometido luchador por la causa de los artesanos. El triunfo de los librecambistas significó el del monocultivo extractivista: primero de productos tropicales, luego esmeraldas y finalmente cocaína. La derrota de los artesanos vendrá como una mamushka de traiciones: una guerra civil dentro de otra guerra civil, y vencerá un monstruo que los chupa y no deja nada. Absolutamente nada. Acaso el monstruo sea quien narra la segunda parte, con el título spinetteano El jardín de los presentes, un balbuceo lírico, quebrado, caleidoscópico, discordante.
La tercera parte de la novela narra un nuevo viaje en búsqueda de Pandiagudo, esta vez en Panamá. Un joven abogado aspirante a cachaco consiguió los papeles para sacarlo de la cárcel y devolverlo a la Comisión Corográfica. Las aventuras del abogado irán in crescendo luego de que el artesano se escape. El joven aspirante a cachaco va a descubrir que la realidad es una jalea deliciosamente maleable si uno cuenta con unas mínimas nociones de Derecho y publicidad y la persecución del artesano lo va a llevar hasta un punto sin retorno: tanto inventar que el artesano es un asesino, se convierte en uno. Quién sabe, quizás lo era desde la revolución de 1850 cuando cazaba a los liberales que traicionaron a los artesanos. Lo que sí es seguro es que los roles de presa y depredador se confunden, porque ambos son perseguidores y perseguidos. Se muestra que ninguna historia representa una única verdad. Este protagonista también se verá succionado por un monstruo, al igual que Price.
La novela, entonces, cuestiona el poder del lenguaje y de la geopolítica: los países, para Cárdenas, se constituyen como fantasías de las cuales no se puede salir. Sólo un peregrino transparente puede escurrirse y atravesar sus umbrales; en este caso, ese peregrino es José Rufino Pandiagudo.
26 de abril, 2023
Peregrino transparente
Juan Cárdenas
Sigilo, 2023
256 págs.