El texto de contratapa de Plan de parto, novela de Andrea Márquez, se pierde un poco en reflexiones sobre el significado de la primera novela, preguntándonos si, por ser la primera, le admitimos “ciertas imperfecciones”. La respuesta de todo lector pensante es no: si una novela tiene “ciertas imperfecciones” es el deber del editor no publicarla hasta que dichas imperfecciones sean eliminadas. Cierto que eso no suele suceder en la industria editorial argentina, cuyos editores a veces se asemejan a cachorros bulliciosos, tan maravillados por el hecho de estar ante una novela (primera, segunda, tercera...) entera, que ni se les ocurre trabajarla más. Sin embargo, las primeras novelas suelen las más importantes –y mejores– obras de un escritor; muchas veces contienen sus temas más personales, los que le motivaron su oficio. Eso no quiere decir que sean las primeras cosas que hayan escrito, pero sí las primeras que, en sociedad con un editor o editores juiciosos, han decidido mostrar al mundo. Uno piensa en lo que dijo James Baldwin sobre Go Tell It On the Mountain, su primera novela y una de sus mejores: “Fue la novela que tuve que escribir antes que pudiera escribir algo más”. Lo mismo aplica, me parece, a muchas.
Por supuesto, el texto en cuestión concluye que la numerología no importa, particularmente en el caso de Plan de parto, y tiene razón. Sin embargo, si en verdad se trata de la primera novela de Márquez, está claro que no es su primera obra de arte. Su biografía nos informa que es realizadora y artista visual, y esa estética está presente en el texto. Vívidas, cautivantes y extrañas, las páginas de Plan de parto juegan con nuestras percepciones, con saltos temporales entre realidad y fantasía, así como entre perspectivas visuales. El lector nunca está seguro de si las escenas retratadas tienen lugar en la realidad de la novela o sólo en la cabeza de la narradora. Es una manera muy efectiva de explorar los temas que le conciernen: la mirada, el embarazo, la muerte, la desorientación existencialista burguesa.
El argumento es, en sí mismo, bastante sencillo: una familia argentina se muda a una casa “falso Tudor” (una monstruosidad de la arquitectura moderna que también señala que dicha familia o es millonaria o tiene la capacidad de endeudarse en sumas millonarias) en los suburbios de Londres. La casa necesita trabajos estructurales y estéticos, por lo que contratan un equipo de albañiles albanos. La mujer, nuestra narradora, descubre que está embarazada de su segundo hijo y que, al mismo tiempo, siente una atracción desgarradora por uno de los jóvenes albañiles. Hay recuerdos de sus padres en Argentina, particularmente del padre excéntrico y borracho, de cómo murió sufriendo de tumores que le alteraron sus percepciones, entre otros trastornos. Entremezclados, también hay mensajes irritantemente dulzones sobre la evolución del embarazo (de alguna especie de app, presumimos) y otros con datos interesantes y más o menos relevantes sobre el mundo natural. Todo eso está documentado en el diario/manuscrito que mantiene la narradora. Efectivamente, no pasa mucho. Pero lo que hay es más que suficiente.
Lo que cuenta acá, cómo tantas veces en la literatura contemporánea, es la voz, la poesía concreta de los textos, su ácido sentido del humor (que a veces mueve a la carcajada) y su coqueteo delicioso con el delirio. He notado que otras reseñas se han excitado con los retratos del deseo (¡un personaje femenino que se masturba!), pero lo interesante aquí no es el deseo físico, de hecho la consumación (posiblemente fantasiada) no resulta del todo satisfactorio, sino cómo se juega con la mirada del deseo y sus relaciones de poder, con la cosificación, con los encuentros visuales efímeros pero llenos de significado, y cómo se relacionan con las dinámicas existentes de la familia, la reacción del marido a los deseos de su mujer, las demandas de la hija pequeña y la idea de ser una madre “rara”. Todo eso está desarrollado de manera exquisita, con una sensibilidad plástica y visual, logrando un nivel de originalidad memorable, un nivel bien propio de una primera novela.
4 de octubre, 2023
Plan de parto
Andrea Márquez
Mardulce, 2023
151 págs.