Bajo la sesgada perspectiva de quienes escriben en los medios hegemónicos, la imagen que se configura de Rosario es la de una ciudad sojuzgada por los narcos y sus cotidianos asesinatos, balaceras y extorsiones o amenazas a jueces y fiscales. Muchos medios locales, complacientes y complacidos, replican y reproducen esta idea de una urbe que se asemeja a Ciudad Juárez o al Medellín finisecular, como si, comparativamente, el resto de Argentina fuera el País de Jauja. En el mejor de los casos, cuando se pretende dejar caer un breve elogio, se recuerda que Rosario es la cuna de Messi, de Di María, de Luciana Aymar y de Fito Páez. También, la de nuestra bandera.
Sin intención de refutar la verosimilitud de esta construcción periodística, es posible destacar que hay otras formas de proyectar una imagen más rica de una ciudad que, además de a Los Monos y a los Arévalo, vio nacer a Jorge Riestra y le dio un hogar a Angélica Gorodischer, que organiza hace treinta años el Festival Internacional de Poesía y que, a pesar de los barbijos, respira una intensa y estimulante vida artística con un campo propio. Esas otras formas de “contar” Rosario, afortunadamente, existen en la literatura y tienen una prestigiosa tradición que se inicia en Facundo Marull y que, pasando por Roger Plá y el citado Riestra, por Osvaldo Aguirre, Beatriz Vignoli y Martín Prieto, llega hasta los narradores nacidos a partir de 1970.
De alguna manera, concentrándose en “contar” la ciudad, surgen estas Postales de un mapa imposible, un volumen que empieza a seducirnos desde el olfato y el tacto, para terminar de conquistarnos por la vista. La primera parte es mérito de la editorial Listo Calisto. La segunda, de Javier Núñez y de la artista Jorgelina Giménez, la sutil ilustradora del libro.
Para quien transita o se asoma al campo literario de Rosario, Javier Núñez no necesita ser presentado y es sinónimo de una escritura trabajada y atractiva, de una literatura elaborada a base de argumentos y de una prosa modelada con pasión y profesionalismo. Estas virtudes le valieron el reconocimiento internacional, con premios como el Sergio Galindo (México) por su novela La doble ausencia (2012) y, este año, el Casa de las Américas por Hija de nadie; que confirmó el que ya recibía de los lectores locales de sus libros de cuentos: La risa de los pájaros (Ciudad Gótica, 2009), Praga de noche (El Ombú Bonsai / Casagrande, 2016) y La feroz belleza del mundo (Casagrande, 2018) y de su intensa novela, también publicada en Italia, Después del fuego (Le pecore nere, 2017).
Si bien los textos reunidos en este libro fueron primero contratapas del diario Rosario/12, la compilación nos permite encontrar un conjunto orgánico en el que se vuelve evidente el proyecto literario, la idea en común que alienta a cada uno de los textos. Porque en estas Postales, de alguna manera, la operación de Núñez remite a la del Marco Polo de Italo Calvino, el viajero que describe para deleitar al Kublai Kan las ciudades invisibles, pero a la vez se distancia de él con una hábil pirueta. Ya no se trata de “contar” muchas ciudades a partir de ciertos tópicos, o una Venecia que subyace en todas las que Marco dice haber recorrido. Aquí nos asomamos a un mapa “atemporal de lugares superpuestos y representaciones contradictorias”, con lugares dispersos de la ciudad “real”, que se transfiguran y cobran un significado, personal y subjetivo, porque el narrador los atraviesa montado en el lomo de sus recuerdos y dialogando, en algunas ocasiones, con otros textos y otros escritores que también “contaron” Rosario. Sus precursores.
Muchos de los lugares que visita la prosa de Núñez y los trazos y colores de Giménez existen: la esquina de La Favorita, el pasillo que como un bypass de baldosas y faroles une las calles Jujuy y Salta, el Laurak bar, la esquina de calle Corrientes donde había un video club que nunca duerme, los sórdidos coches de la línea 120. Tal vez todos existan o existieron, aunque sea como mito, pero es imposible salir a buscarlos y pretender descubrirlos de esa manera, con esa forma que les atribuye Núñez con la complicidad de Giménez. Los saltos de acróbata que propone esa cartografía aleatoria y hasta caprichosa conjugan el espacio y el tiempo; los reúne, los confunde, los multiplica, trasladando al lector de un punto a otro, de una a otra época por una ciudad que es contada como un palimpsesto.
A su vez, como una constante, el lugar referenciado –devenido en espacio– se impone al recuerdo, a la vivencia que deviene poéticamente en experiencia, al breve relato que nos traslada a una esquina, a un edificio, a un barrio entero, en la década del noventa o en nuestros días. El espacio, entonces, se apropia de la escena, se convierte en personaje, en protagonista, y el sustrato narrativo, que parece secundario, es en cambio el latido que le imprime vida y movimiento a esa “postal” que fluye así, como una secuencia fílmica.
Para no enredarme en las lianas de las abstracciones, me detengo en “Mompracem (Moreno y San Luis)”, que desde el título juega con la isla de Sandokán y sus piratas. En esta postal, el narrador recuerda que, a finales de los ochenta, jugaba al fútbol con sus amigos en la plaza aledaña a la Maternidad Martin, donde hoy se erige un hospital (el CEMAR), pero entonces, durante décadas, se alzó un enorme aborto de edificio abandonado. Cualquier vecino veía en esa estructura un monumento a la desidia del Estado. No el narrador que, apropiándose de ese sitio, evoca el riesgo de que la pelota cayera en los subsuelos de ese esqueleto de hormigón y el espanto de ser quien deba descender a ese infierno urbano a buscar el balón extraviado entre “Cartones de vino aplastados, bolsas de nylon rotas, papeles amarillentos. Forros, jeringas, colillas de cigarrillo abolladas...”. Con un aire borgeano, de a momentos, y con un tono que capta algunas notas del Dolina de Crónicas del Ángel Gris, es difícil no seguir paseando por ese mapa imposible.
Es lógico que con tantos crímenes y narcos pocos se atrevan a visitar Rosario en estos tiempos. Con Postales de un mapa imposible, en cambio, están invitados a realizar un buen ejercicio de turismo por la ciudad sin exponerse a ningún peligro. Eso sí, y vale la advertencia, como la Ferrara de Giorgio Bassani, la Rosario de Núñez sólo existe en sus libros.
18 de mayo, 2022
Postales de un mapa imposible
Javier Núñez
Listo Calisto, 2021
108 págs.