Quien sepa de la existencia de Ilyá Ehrenburg (Kiev, 1891-Moscú, 1967) seguro sea gracias a su monumental Gente, Años, Vida. En este interminable libro, el soviético delinea una serie de postales llamativas por su singularidad, pero sobre todo por la reparación histórica que hace de algunos de sus amigos condenados al ostracismo y la tortura del régimen estalinista. Más específica y cuidada es esta edición de Retratos de poetas rusos (cuyo pie de imprenta original es de 1922, aunque su traductor trabajó con la reedición del 2002), en la que, desde Anna Ajmátova hasta Marina Tsvetáieva, se revive un tipo de visión alucinada de catorce poetas. Gracias a este libro podemos saber, por ejemplo, que "Mandelstam es encantadoramente simple; él no huye de la idea, sino que la idea huye de él", o que "el pathos de" los poemas de Esenin "queda lejos de los salones literarios" y que "proviene de aquellos millones que no leerán sus poemas, que ni siquiera saben leer, y que después de tomar un trago samogón, simplemente amenazan, insultan y lloran".
Aguas arriba se explicitó que el autor hace de este libro un recuento de observaciones, recuerdos y juicios alucinados de los poetas. Gracias a estos sabemos que "Balmont es místico, publicista, filósofo: ¡un rey pobre, muy pobre!", o que una de las máximas de Briúsov reza que "para ser poeta, hay que rechazar la vida". El tono, por lo tanto, oscila entre el objetivismo escritural del retratado (en sus bocetos Ehrenburg rescata fragmentos de los textos de los escritores) y el subjetivismo propio de una convivencia secular con sus coetáneos. Por lo tanto, los retratos de Ehrenburg no sólo constituyen una mera enumeración de las interacciones que tuvo con estos personajes o del fulgor de sus ejecuciones poéticas, además representan un documento que da idea de los cambios y transformaciones de una época que a su vez permea en la poesía de los retratados; como bien dice Fulvio Franchi en las palabras preliminares del libro, Ehrenburg "pinta sus Retratos en el preciso momento límite de dos mundos: el de la Rusia que pudo haber sido y el de la Rusia que, en definitiva, fue".
Por último, aunque no menos importante que lo dicho anteriormente, cabe mencionar que este libro cuenta con poemas que acompañan al perfil de cada poeta y que le dan un giro último al espejo de la prosa. Un giro que cubre, como en los versos de Tsvietáieva de 1916, "de pies a cabeza / la preciosa capa de la belleza" de estos sinceros, emotivos y por momentos sorprendentes retratos de poetas rusos.
4 de noviembre, 2020
Retratos de poetas rusos
Ilyá Ehrenburg
Traducción de Nikita Gusev
Añosluz Editora, 2020
182 págs.