Sabotaje en el álbum familiar es la anteúltima novela de la ya fallecida escritora argentina Libertad Demitrópulos, cuya obra nos es ahora fácilmente accesible –tarde, pero finalmente–, ya por gracia del eterno retorno, ya por la iluminación de editores con voluntad de mantener en movimiento la rueda de la traditio narrativa. Esta rueda es guía, pues nos trae, desde el más allá, obras que son una muestra de la épica del acto de escritura. Escribir solitariamente, sin búsqueda de provecho, con pérdida de antemano; ganando, muchas de las veces, solamente rechazos. Y en algún momento, ya bien muertos los que nos dieron vida –y apenas tibios aquellos a los que hemos parido–, el rescoldo recibe un soplido, y un relato épico argentino, que tiene como arco temporal histórico un fragmento de los dieciocho años del movimiento de resistencia peronista a los gobiernos de facto, nos aparece para mostrarnos qué bien escribía Demitrópulos.
Con contrapuntos escénicos entre el departamento de Ledesma, provincia de Jujuy, y Villa Lugano, de la capital argentina, la historia empieza con una tosca y ruda narración del tipo judicial. Domingo “el griego” Pulakis, militante ya avanzado en edad, y que es referente y guía de los jóvenes, relata una de las tantas torturas recibidas “en la parrilla” para que “cante”. Esta declaración se integra desordenadamente con intervenciones de “Su Excelencia” y léxico del estilo policíaco-burocrático. Después de un blanco, encontramos a Pulakis dando cátedra a los “pibes”, que se sorprenden como “la gran flauta” ante la lección, que incluye al General, al Flaco Narigudo, al sindicalismo y a los radicales. Este primer capítulo termina con una carta del griego a John William Cooke y su respectiva respuesta, donde, in fine, vaticina que "el pueblo salvará al pueblo".
Con este principio, podría pensarse que la novela estará dominada por los devenires histórico-políticos, con diálogos articulados en torno al decir de una época, y ciertas asperezas, producto de la intención por representar el habla de entonces. Y, por ende, el lector que ya haya recorrido las páginas de Los comensales, La flor de hierro o Río de las congojas podrá sentirse un poco descolocado. Pero a partir del segundo capítulo, Demitrópulos modula, la lírica se apuna, y aparece la abuela matriarca; el carnaval en el que Pegro Urdimán –alusión indirecta al que– mete la cola; y algún “bastardo, ex entenado y eterno guacho” hará que esas dos palabras del título, tan fuertes como lejanas entre sí, comiencen a juntarse. La nieta de esta familia tradicional de Jujuy, ya pasados los años, y estando en Villa Lugano, se encuentra con uno de los tíos guachos, delegado de la FOTIA, marginal y clandestino, quien logra hacerle recordar cómo su abuela hacía firmar a dedo a indios y peones analfabetos recibos que les arrebataban sus derechos, pertenencias o constituían intercambios, por lo menos, leoninos. Al revelarle distintos niveles de explotación (aborígenes - pequeños burgueses - ingenio Ledesma), donde uno fagocita al otro –y el tercero a todos juntos–, el tío Manuel sabotea la foto familiar.
El trabajo de Demitrópulos resulta siempre interesante. Escritora de tragedias de un nivel singular, con una prosa no pretenciosa, no simplona, no vulgar a pesar de los elementos filo-costumbristas, al leerla, debemos hacerlo activa y lentamente. Si bien en un principio aparece esta intención un tanto impostada de representar al habla porteña de los años sesenta, al avanzar en la lectura entenderemos que esto forma parte de un concierto de voces, tonos y registros, con personajes como Waldina, cabeza de familia y autoridad suprema, “de busto potente y mirada pegándose a las cosas” que bebe su aloja y parece una apasanca panzuda; o el cacique que se corta el pulgar –con el que aquella le hace firmar los abusivos contratos–, para así cobrar doble ración de harina.
Los fragmentos narrativos –que pareciera que a Demitrópulos se le caen de las manos– nos dan, tal como lo haría un escueto álbum familiar, algunas instantáneas que terminan por armar en la cabeza del lector una historia atravesada por descendencia, idiosincrasia, política, órden económico, ambición, traición y, finalmente, amor.
Cuando parece que existe una inspiración en Mientras agonizo de W. Faulkner, aparece lo mortuorio de Pedro Páramo, con reminiscencias del mito de Penélope, mezclado con la épica de la Juventud Peronista.
Y si creemos que todo se trataba de una familia y su trágico devenir, o de la mayor proscripción llevada a cabo contra un partido en nuestro país, o de una traición política, el final no estará reservado ni a la Patria, ni al Movimiento, ni a los Hombres, sino a una esclava mataca y tuerta que odia a su hijo por haber sido concebido en carnaval, cuando el innombrable la “traveseó el día en que la infeliz se quedó dormida bajo el cebil”; reivindicación muy propia de una escritora que tuvo tanta sensibilidad y compromiso social. Con la reedición de esta novela, a la que se reivindica es a Demitrópulos como una de las mejores novelistas argentinas; todos nosotros, los vivos, recibimos clases magistrales al leerla.
4 de junio, 2026
Sabotaje en el álbum familiar
Libertad Demitrópulos
Mil botellas, 2025
120 págs.