Jorge Consiglio (Buenos Aires, 1962), que ha trazado una trayectoria en varios ámbitos de la literatura ─cuento, poesía, novela─, ofrece en esta oportunidad un libro sumamente dinámico en el cual la acertada voz narrativa marca la desenvoltura del relato. Es esta ocasión, nos referimos a Sodio, un maravilloso libro de descubrimiento desde la óptica de un joven odontólogo que disfruta con bienestar de su vida arquetípica.
El protagonista tiene un buen pasar económico, una profesión exitosa y sostiene sus afectos con desenvoltura. El tabaco y la natación son los gestos que lo vuelven resoluto porque le aportan confianza desde el sentido de lo ritual, y el bienestar que le confieren lo acompaña durante toda su vida. Es una salvaguarda que busca y que lo encuentra. Desde este bastión puede hacer frente a los cimbronazos que le suceden.
Una de las introducciones de desequilibrio estará dada principalmente por la figura de Raisa, una joven que trastocará su mundo con su encantadora y peculiar belleza. El deseo, tal vez el amor y su romance determinan con su apogeo y su debacle gran parte del accionar y las decisiones del protagonista. Raisa introducirá un mundo nuevo al protagonista, dentro del cual un abanico de personajes se desplegará para formar también parte de su universo.
Con este narrador la introducción a su mundo se nos hace intimista, porque las oraciones cortas que utiliza reflejan la manera resolutiva que tiene el personaje principal de afrontar su realidad. Esto se cristaliza en una fácil identificación con el personaje. Un rasgo del mismo es que, pese a tener una cierta entereza de comportamiento, tiene algunas acciones reprochables sin remordimientos. Tampoco se inmuta frente a las dificultades. No las racionaliza, no hay un filtro de lo rumiado, y esta sencillez ayuda a crear una atmósfera fluida en la narrativa, que se desliza con total agilidad.
El agua justamente, como elemento primordial que acompaña al título, llega a vivirse de manera irreal y justifica la vida; también aparece como descubrimiento y forma de muerte segura. En contraste con la fuente de confort que le brinda la pileta de natación, el personaje decide sumergirse en el mar embravecido en la búsqueda de lo sobrenatural, arriesgando con ello su existencia. Lo dual, lo anfibio, aparece y atenaza en transmutación, encerrando el misterio y la espera en la unión de mundos que parecieran disímiles. La superficie y el mar hostil sí tienen una posibilidad de encuentro, si bien en esa osadía se esconde el alto precio de salir lastimado. Podemos apreciar cómo estas incursiones se preparan en la narración con indicios previos, anunciados en los fuertes rasgos característicos de los personajes secundarios que adoptan subrepticiamente la esencia de lo marino, con sus patillas branquiales o su pestañeo de peces.
Este es también un libro de virajes repentinos. Muertes imprevistas que retrotraen a un pasado a veces indeseable, avistajes inesperados y decisiones trascendentales que cambian para siempre el rumbo de las cosas son algunas de las pautas que van alterando el ritmo del relato y del protagonista que, pese a todo, nunca desespera. El medio acuático lo mantiene, quizás paradójicamente, aferrado a la tierra. La asimilación, palabra que en Sodio parece aplicarse a un amplio espectro de las cosas, aplica también al personaje, que se mueve por su mundo de una manera cristalina, simplificándolo todo.
Un rasgo adicional del ritmo es la manera en la cual lo natural y lo primitivo invaden el relato de manera subrepticia, irrumpiendo en las vidas y hasta en las habitaciones de los personajes. Climas tropicales, húmedos, con vegetación que se cuela por las ventanas e irrumpen la asepsia de las actividades estructuradas. En esos entornos, el comportamiento y la manera de estar del protagonista puede ayudar frente al declive de los demás personajes, pues se sostiene en la sensatez y serenidad que le confiere la natación, escapando del marco de la especie. En otras palabras, la intrusión de lo exótico ─siendo el canibalismo quizás uno de los extremos─ se sustenta en las tramas seguras de lo cotidiano y en la asimilación al elemento acuático que vuelve anfibia la vivencia de la realidad. Entonces, si bien las conductas humanas llegan a un límite, pareciera mantenerse a flote a pesar de todo, porque el personaje resolutivamente permanece hábil, comprometido y apacible ayudando a sus afectos en los problemas de salud que desarrollan. Muchos de ellos tomarán decisiones que afectarán su vida, su estabilidad y su aspecto físico para siempre, y el protagonista, que desde un sentido anfibio está y no está en la realidad, puede asistirlos cuando lo necesitan.
Realidad que se torna ambigua, también, por la presencia de lo onírico, aunque no llegue a presentarse como elemento que verdaderamente la difumine. Si bien el mundo de los sueños se hace presente como indicio o como presagio, nunca alcanza a ser interpretado de manera cabal por el soñador que ─en lugar de catalizar las enseñanzas de su subconsciente que se revela de maneras también exóticas─ muchas veces parece ser simplemente empujado por las circunstancias. Abortos, castraciones, mudanzas, amores frustrados, exotismo, chamanismo. Puede pensarse que, si no fuera por sus firmes rituales, es posible que el personaje también hubiera quedado a la deriva.
La intrusión de la naturaleza no es vivida como un retorno edénico a fuentes de vida; sino más bien camino seguro a la locura. Alucinaciones inducidas productos de extraños brebajes son posibles sólo en el medio del Amazonas plagado de bichos y de follaje intenso, y esto contrasta con la asepsia del consultorio odontológico donde todo se define según órdenes cerrados. Allí es uno de los lugares donde el protagonista se encuentra a gusto y donde participa de un linaje familiar con lealtades bien impuestas: los espacios, así, cobran significado real y emocional en sí mismos.
Con todos estos elementos, Sodio forma un vínculo con el agua como estado primordial en el que el humano está tan en su elemento que puede sostener una relación saludable con el afuera y también donde las actividades rutinarias sostienen el vaivén del relato. Viviendo en este mundo tan convulsionado, donde los sentimientos y pensamientos pueden resultar complejos y confusos, leer una prosa tan depurada, con un protagonista centrado, nos devuelve a una extraña calma, quizás con una enseñanza para la vida, frente a la manera descarnada en la que las decisiones de los seres afectan ineludiblemente su destino. En esta épica de lo cotidiano los personajes se redescubrirán a partir del camino que trazan, con sus aciertos y sus errores, a veces tan insólitos y sorprendentes que la trama urdida resulta irresistible. Con éxito o con fracaso, sin embargo, una sentencia permanece inmanente: hay algunos planos de los cuales parece no haber vuelta atrás, el agua lo sabe y arroja esta respuesta a nuestros brazos.
1 de septiembre, 2021
Sodio
Jorge Consiglio
Eterna Cadencia, 2021
176 págs.