Si aceptamos que, entre tantas otras gratas experiencias, la ficción puede brindarnos un acercamiento diferente o inesperado a lo ya conocido, el volumen de doce cuentos de Rogelio Lart, Todo lo que toca, publicado por Paradiso, en 2022, es generoso en ofrecernos novedosas reelaboraciones de temas que han sido visitados, en algunos casos profusamente, por la literatura y el cine, por la historiografía y el periodismo. En sus narraciones, en lugar de insistir por los caminos sembrados de huellas, Lart cambia o altera el punto de vista cristalizado o predecible, según el tópico o el argumento, para instalarnos en otra perspectiva –marginal, casi siempre marginal– que nos invita a ingresar en ellos con los ojos limpios y desprovistos de las certezas que brinda lo repetido.
En esta línea pueden leerse, entre otros, dos de los relatos más potentes del libro: “Esa noche”, que alude al robo del cuerpo de Eva Duarte de la sede de la CGT, a partir de la voz de un sindicalista dispuesto a aportarle, al periodista que lo ha citado, algunos detalles de lo sucedido; y “¿Quién salvó a Rodolfo?”, la narración de las escenas de un filme que recrea, desde los diálogos y opiniones de los militares, el modo en que se gesta la emboscada contra Rodolfo Walsh. Ambos son, como se ve, sucesos fácilmente reconocibles para cualquier argentino medianamente... ¿instruido? Sin embargo, el corrimiento que se anticipa en los títulos –de “Esa mujer”, el célebre cuento de Walsh, a “Esa noche”; o bien de ¿Quién mató a Rosendo?, el libro que escribe sobre el asesinato de Rosendo García, a “¿Quién salvó a Rodolfo?”–, preanuncia otro desplazamiento mayor: el abordaje narrativo de ese asunto “conocido” desde una óptica original.
Ese juego, esa estrategia creativa o escrituraria reaparece en “Viejas costumbres”. En él, un joven que espera el colectivo, una noche de 1984, es testigo de la continuidad de ciertas acciones represivas y criminales que, –aunque la dictadura ha terminado y se supone que el país vive en democracia–, como si fuera imposible desprenderse de los hábitos adquiridos en esos años de horror, siguen siendo practicadas por los militares. También en “El que avisa” nos encontramos con un Juan Domingo, un sencillo Juan Domingo que, a pesar de ser apenas un guardia de seguridad del Banco Nación, presenta notables correspondencias con aquel egregio General del mismo nombre gracias al vigor de la ironía. Les dejo una: “Optó por sujetarse con la derecha. Al fin y al cabo nunca supo muy bien qué hacer con la izquierda, la usaba sí, pero no le tenía confianza”.
Una destacable particularidad del conjunto es la gran versatilidad de Lart para trasladarnos de una época a otra, entre este siglo y el pasado, no más allá. De ubicarnos, por ejemplo, en las primeras décadas del siglo XX, en “Cuatro pulgadas”, en el cual un niño proletario, un turrito arltiano, afecto a matar pajaritos y practicar arrebatos, atraviesa las calles de San Telmo hasta su casa en San Cristóbal donde nos chocaremos con una escalofriante revelación. O a mediados de los cincuenta, en “A quemarropa”, un relato de malandras, sicarios y mujeres despechadas. O en los coletazos de la crisis del 2001, en "Erizo, cuando “la ferocidad de la gente común, hambreada y desprotegida... había quedado expuesta”, en el que Antonio, “un Yo vulnerable”, un personaje de diván, acepta cuidar, a pesar de los peligros que forjan sus perversas fantasías y el oportunismo de los ocupas y los escuchadores, la casa y las pertenencias de una pareja de vecinos que parte de vacaciones. Además, en “Molotov”, nos transporta a la URSS (no a Rusia, que quede claro) para asistir a las exequias de una pequeña líder popular y acceder allí al secreto de la única forma posible de conseguir cambios y obras que sirvan al pueblo.
El libro se completa con: “Bajamar”, que sugiere el dolor de las pérdidas irreparables y las ausencias. “Lucky guy”, el periplo de un apostador desahuciado, perseguido por las deudas y los acreedores, que decide ver, en un ciego vestido con una remera que lleva la leyenda “lucky guy”, una señal, una oportunidad, la última esperanza de lograr la salvación. “El otro”, que replica el título borgeano para describir, en dos planos paralelos y excluyentes, la suerte de un trabajador jaqueado por la precariedad de las condiciones laborales y la explotación de sus patrones. Y “Tanto resplandor”, donde se iluminan las íntimas humillaciones de un pequebú que asiste a nadar a un exclusivo club alejado de sus posibilidades económicas.
En todos los cuentos, de una u otra manera –y esa variedad es un estímulo que no afecta la unidad–, asistimos a pequeñas victorias o derrotas individuales que pueden afectar al conjunto, trascender al personaje involucrado, solamente porque esa narración se inscribe en la Historia. De este modo, como una vibración cuya intensidad depende de la distancia del epicentro, alcanzan o repercuten en los demás, en un grupo mayor o menor de la sociedad. Como escribe Lart declarando su fe: “la desgracia de un hombre es, de alguna manera, la desgracia de todos”. Todo lo que toca nos enfrenta a la fragilidad del mundo de los laburantes, de los oprimidos, de los marginales, de los revolucionarios, de eso que por ahí se llama “clase media”, de quienes se esmeran por escapar de los bordes y de la frustración para encontrar un protagonismo en la Historia. Son, así, relatos tangenciales, historias mínimas, secundarias, las notas al pie de los grandes relatos heroicos (o no) que ya leímos y releímos hasta empalagarnos y, quizás, han perdido hoy toda su gracia, su fuerza, el poder de unir y aglutinar detrás de las bellas banderas de los ideales.
La editorial ha decidido destacar la “matriz política” del autor. Desde la solapa, en la que, para informar la fecha de nacimiento, se nos indica que Lart vino al mundo ”el día anterior al Cordobazo”, se destaca esta particularidad que puede constatarse en las páginas del libro. La voluntad de hacer política con o desde la literatura es explícita. Sin embargo, un logro a mi entender, nunca redunda en una retórica panfletaria, ni es capaz de repeler a un lector que no comparta el credo o la forma de mirar la realidad de Rogelio Lart.
15 de marzo, 2023
Todo lo que toca
Rogelio Lart
Paradiso, 2022
184 págs.