Hubo un tiempo en el que el parque de Ueno era una puerta para las provincias del Norte: durante el período de rápido crecimiento económico de Japón, muchos jóvenes se subían al tren nocturno y llegaban a Tokio como mano de obra migrante. La estación de Ueno era lo primero que pisaban al llegar.
El título original de Tokio, estación de Ueno, la novela de Yū Miri que acaba de publicar Impedimenta, con traducción directa del japonés de Tana Ōshima, podría traducirse literalmente como La salida al parque desde la estación de Ueno (JR Ueno eki koen-guchi).
Los años convierten al parque de Ueno en una metáfora poderosa de la vida a la intemperie, de espaldas a la sociedad que todos quieren y aceptan. Kazu llega al parque buscando un lugar para morir, ya no queda nada que lo ate a la vida.
Unos quinientos sintecho improvisan sus chozas entre bancos y troncos, las distintas partes del parque funcionan como barrios. No solo charlan y beben juntos, sino que también velan los unos por los otros, asomándose dentro de las chozas para asegurarse de que nadie esté enfermo o muerto.
El hanami les provee elementos valiosos.
Todos los años, hordas de visitantes llegan al parque para disfrutar de la floración del cerezo, ese espectáculo tan japonés, impreso en su identidad desde el Genji Monogatari, en el año 1000. Mientras haya cerezos, nadie en Ueno necesita buscar comida. Basta recoger las sobras que dejan los visitantes, en torno al rosado o al blanco de los árboles. Incluso las lonas de plástico que desechan les sirven para renovar las paredes y el techo de sus chozas.
Hay una operación disruptiva y provocadora en esta novela, cruzando el hanami, que celebra el carácter efímero de la naturaleza y la vida, con necesidades urgentes y mundanas.
El retrato del día a día de los sintecho que documenta Tokio, estación de Ueno es una rareza dentro de la literatura japonesa contemporánea a la que tenemos acceso en castellano.
Cada tanto, cuando la familia imperial anuncia su visita a uno de los museos del parque, los desalojan a todos. En la jerga de los sintecho, esa limpieza se llama “caza”. En paralelo a la caza de las autoridades, también son atacados por bandas, que los golpean y les prenden fuego sus asentamientos precarios.
Kazu tiene la misma edad que su majestad el emperador. Kōichi, su único hijo varón, tendría la misma edad que el príncipe heredero, si no hubiera muerto. La historia de Kazu se revela de a poco, en desorden, mientras pasa los años en el parque, desde ese presente desesperanzado, partido por una muerte inesperada, a un pasado de esfuerzo, trabajo y familia.
“Aunque el tiempo trace una línea recta entre el ayer, el hoy y el mañana, en la vida realmente no hay un pasado, un presente y un futuro. A cada uno de nosotros nos toca cargar con una cantidad inconmensurable de tiempo, casi insostenible, y con ese peso vivimos, y con ese peso morimos”.
Siempre llueve en la novela.
Cuando muere su hijo, lo primero que Kazu ve son cerezos, iguales a los que le dan vida al parque todos los años.
Tiembla, no puede parar. Sabe que a partir de ese momento ya no habrá nada que le traiga sosiego. Sale a la calle, quiere caminar, todavía no decidió instalarse en el parque de Ueno. Entonces, "el viento sopló y los pétalos del cerezo silvestre bailaron blancos en la oscuridad".
Tokio, estación de Ueno muestra la pobreza que sobrevive en medio de la opulencia, un tema universal para todas las culturas, pero más importante que eso, nos cuenta la historia de una vida. El primer plano es siempre para Kazu, que se nos presenta en toda su humanidad. Un hombre concreto, que puede ser muchos.
Yū Miri, la autora, nació en 1968 en la ciudad japonesa de Tsuchiura, dentro de una familia de ascendencia coreana. Escribe en japonés, su lengua nativa, pero es ciudadana de Corea del sur. Es una coreana de la diáspora, una “coreana zainich”i. Se denomina así a las personas que residen en Japón y que tienen sus raíces en la ocupación japonesa de Corea, que se extendió durante casi treinta y cinco años, de 1910 a la rendición en la Segunda Guerra Mundial.
3 de mayo, 2023
Tokio, estación de Ueno
Yū Miri
Traducción de Tana Ōshima
Impedimenta, 2022
192 págs.