En el ámbito de nuestra lengua, Gertrude Stein es menos conocida por su obra narrativa y poética que por haber sido una figura fundamental de la renovación de la literatura norteamericana. Para muchos lectores, su nombre quedó reducido a la de consejera de las grandes las figuras masculinas que le siguieron, como Ernest Hemingway, Sherwood Anderson o Francis Scott Fitzgerald. Pero Stein fue mucho más que una precursora ilustre: fue una de las voces fundamentales del temprano modernismo de principios de siglo XX. Con traducción de Gabriela Raya, la reaparición de Tres luces en las librerías argentinas brinda la posibilidad de acercarse a un texto fundacional en de las letras anglosajonas.
Publicado en 1909, Tres vidas reúne nouvelles de variada extensión, con un eje y un tono en común que le dan homogeneidad. En este volumen, Stein utiliza por primera vez el formato biográfico, algo que profundizará más adelante en la egótica Autobiografía de Alice B. Toklas (1933). Perteneciente a la clase alta de Pensilvania, la autora se focaliza en las vidas de criadas que viven penosamente en el Estados Unidos de la primera década del siglo pasado. Dos de ellas son inmigrantes alemanas, la otra, una muchacha negra. Pero aunque los relatos se centren en las disparidades de género, clase, raza y nacionalidad, lejos está la moderna Stein de entregarse al éxtasis de las celebraciones minoritarias que, en clave posmoderna, hegemonizan productos de la industria cultural y los departamentos de literatura y humanidades del mundo.
Las nouvelles que integran Tres vidas son un nexo entre la primera corriente modernista (con Henry James como figura destacada Estados Unidos) y el modernismo que revolucionará la literatura occidental a partir de la segunda década del siglo XX. La deuda con el Flaubert de Tres cuentos es notoria, no sólo por su título y por el antecedente de la Felicité de “Un corazón sencillo” (posiblemente la criada más célebre de la historia de la literatura) sino por el tono irónico con el que están construidos los relatos. Pero si en Flaubert la ironía es corrosiva, por momentos cruel, en Stein, en cambio, no es renuente a la piedad amorosa. Utilizando el indirecto libre como recurso dominante, la narradora mantiene cierta distancia con sus personajes, sin jamás permitirse juzgarlos.
Tres vidas desarrolla los itinerarios vitales de personajes sencillos, nada heroicos, dignificados por la prosa musical y recursiva de Stein. “La buena Anna” narra la historia de una sirvienta de origen alemán que atosiga a patrones y amigas con su conservadurismo intransigente; “Melancta”, el relato más extenso del volumen, aborda la ajetreada vida sentimental de una muchacha negra en la racista sociedad norteamericana; “La dulce Lena” está centrado, otra vez, en una sirvienta alemana renuente a toda forma de desobediencia. Los relatos abarcan largos períodos de tiempo y concluyen, invariablemente, con la muerte de sus protagonistas. Muertes que están narradas con el mismo tono distanciado con el que se cuenta el desarrollo de sus vidas, sin caer en excesos melodramáticos.
Stein fue una virtuosa en el arte de la repetición con variaciones. Las frases de la novela tienen el ritmo propio del lenguaje poético, sin por ello dejar de señalar desigualdades sociales. En “Melancta”, por ejemplo, leemos en un misma carilla: “No soy una negrita cualquiera”, “así que tampoco es una negrita cualquiera”, “no soy una negrita cualquiera para hacer ESO”. Tres vidas es un texto político sin caer en lo panfletario y modernista sin abandonar la transparencia. Menos pirotécnica y experimental que algunos de sus continuadores anglosajones (Virginia Woolf, James Joyce, John Dos Passos), Stein fue innovadora sin dejar de ser amable con el lector. Como Sherwood Anderson, caracteriza con maestría personajes con una notable economía de palabras: “Sally era una alemana joven, linda, rubia y sonriente, estúpida y un poco tonta”, “Lena era paciente, amable, dulce y alemana. Había sido sirvienta durante cuatro años y su trabajo le gustaba mucho”. Lírico y conciso, formalista y social, el modernismo de Tres vidas se destaca por ser novedoso sin acentuar los ademanes rupturistas y por trabajar el distanciamiento sin caer en la frialdad expresiva.
18 de junio, 2025
Tres vidas
Gertrude Stein
Traducción de Gabriela Raya
Palmeras salvajes, 2025
260 págs.