En ese libro sobre el deseo que es la Vida Nueva, Dante idealiza a su siempre amada Beatriz, dedicándole una serie de poemas enmarcados en una prosa explicativa. Pero esto no es todo, el poeta se demora también en la (auto)crítica de su propia construcción, postulando así, de un modo relativamente innovador, la fusión entre el autor, el lector y el crítico.
Algo (o mucho) de eso hay en Tu cruz en el cielo desierto, el libro amoroso de la colombiana Carolina Sanín (Bogotá, 1973), que Blatt y Ríos publicó en marzo de este año. Claro que han quedado atrás las fórmulas medievales y las convenciones del dolce stil novo; lo que palpita en este texto ─desgarrado, extremo, recursivo, erótico─ es la aguda intensidad de la escritura autoconsciente.
Tu cruz en el cielo desierto surge del fracaso de una relación amorosa a distancia. Se trata de la narradora y de su amor de cuerpo ausente: un supuesto poeta chileno que reside en China. El vínculo se desarrolla a través de Twitter y de encendidas videollamadas; y es esa distancia, precisamente, la que habilita una permanente disquisición sobre el deseo, la imagen, los roles masculinos y femeninos en la tradición occidental y cristiana, partiendo de textos canónicos, tanto religiosos (La Biblia), como literarios (Shakespeare a la cabeza). Partiendo de textos, decíamos, porque de eso se habla en el fondo ─y en la forma─: de escritura y de lectura, de lenguaje. "Todo romance es una encarnación del romance; es decir, de las lenguas romances, las lenguas vulgares que hablamos y hablábamos cuando inventamos el amor romántico, y en las que componíamos canciones de amor, por oposición a la lengua en que escribíamos el saber (...), el latín: la lengua del extinguido imperio, del poder de los hombres muertos".
Antes que hombres muertos, lo que circula, infatigable, por Tu cruz..., es el fantasma del hombre, del deseo. En la oración que inaugura el libro resuena la voz de Rulfo: "Vine a Oaxaca porque me invitaron a una feria del libro y también para buscar la penúltima noticia de un amor mal olvidado". Para Sanín, Twitter representa una suerte de Comala, en la que se busca al Padre, esto es, la fuente o procedencia de nuestra propia voz, la promesa última de una re-unión y una restauración definitivas. Búsqueda infinita e inacabable, que bucea, en constante movimiento, por la narración, el diario íntimo, la confesión, la poesía, los tweets, la cita y la crítica.
Yo quería que mi amado, sostiene la narradora, "fuera un lugar donde llegar". La angustia emerge aquí, puesto que Sanín sabe, y muy bien, que la llegada y la quietud conllevan el reposo y la muerte. Sólo queda, entonces, el discurrir incesante de la escritura, de la vida, del deseo (de la vida del deseo), puesto que esa es, fatalmente, la condición necesaria de existencia de este ─y de cualquier otro─ fragmento de discurso amoroso.
23 de junio, 2021
Tu cruz en el cielo desierto
Carolina Sanín
Blatt & Ríos, 2021
232 págs.