En su libro sobre El mató a un policía motorizado (La ruta del sol), Walter Lezcano recuerda la primera vez que fue a un recital de la banda y escribe: “Entre tantos hits privados había un tema, Mi próximo movimiento, que tenía un verso con el que identificaba toda mi existencia: 'Tuve miedo pero ya se fue'”. En la letra de la canción y en el modo murmurado en el que está cantada, aun cuando la voz cambia el tono y empuja con fuerza el rasguido de la guitarra, hay un himno celebratorio del lugar que tiene el ritual de contemplar en los relatos de mi generación, la de quienes teníamos 20 en los años 90 o a comienzos del nuevo siglo. El de la canción sube al techo con un rifle solo para ver desde arriba el desastre. En los textos sobre narratología estructural se dice que si hay un revolver en un cajón es porque va a ser usado, en los cuentos clásicos y en las teorías sobre ellos, como la que se lee en lo que escribió sobre el relato Ricardo Piglia, se dice que por debajo de ese iceberg que es el cuento va a irse tejiendo una trama secreta en la que el revolver adquiera un significado pero la canción se detiene en la imagen del hombre sobre el techo con el rifle en la mano y sin disparos. Esa canción es un himno del indie nacional y de cómo lo que nos dejó el final de los 90 fue la apatía. Un tiempo detenido y sin épica que se cierra con un presidente cuyo spot publicitario hablaba del aburrimiento. Pero en lo que escribe Lezcano hay otra cosa, la necesidad de encontrar a alguien que cante o que escriba la frase que identifique toda nuestra existencia. Así, exactamente, funcionan la novelas de Mauro Libertella, novelas indie.
Un futuro anterior cuenta, sobre todo en la primera parte, el deambular por los barrios de Buenos Aires del personaje que es también el propio escritor a comienzos de los 2000, cuando tenía alrededor de 20. En la tercera parte cuando ya está cerca de los 40 y ha tenido una hija, dice que si escribiera filosofía o poesía, si su trabajo dependiera de un grado de inspiración mayor del que depende, “elegiría para trabajar la hora en la que todos en la casa se acaban de dormir” pero que, entonces, el problema es que a esa hora él también se suma “al elenco de los que se duermen” y a la mañana siguiente escribe esto “que no es filosofía ni poesía ni se le parece”. El narrador que cuenta las noches de sus 20 pero que a los casi 40 escribe por la mañana, cuando todo es luz y se ha calmado; no cuenta un viaje pero recorre Palermo y Caballito minuciosamente; no cuenta una batalla pero se queda con la novia de uno de sus mejores amigos, no hace la cronología fatal de una enfermedad aunque la historia habla también de la muerte de su padre. No es una novela de aventuras aunque todo gira alrededor de la aventura amorosa de dos amantes, el escritor y la chica a la que le dedica el libro. Dos, que al fin deciden ser una pareja en serio y a la luz del día y tener una hija. La novela que no es todo eso, dice que de todas formas en la literatura de género, “en el policial, en la ciencia ficción e incluso en el fantasy”, van a detectarse “los miedos y los deseos y los fantasmas privados del que lo escribió”. Si no hay novela cuya distancia con la vida del escritor sea un abismo, aquí se decide por el desborde de lo verdadero. A todo eso que ocurre y al pensamiento sobre lo que ocurre, Libertella lo equilibra con pasajes de ensayo sobre la ficción, sobre el verosímil, sobre la distancia con lo real cuando la vida propia ha comenzado a contarse antes de nacer, en los libros de los padres o en el libro que más tarde escribirá la chica de la que se trata esta novela.
El autor, hijo de Héctor Libertella y Tamara Kamenszain, que había sido un personaje de las autobiografías de ellos, en la tercera parte de su novela, reflexiona sobre esas escrituras ahora que él también es un padre escritor. La chica de la que habla, Leticia Frenkel, publicó en 2016, Amores mutantes que cuenta otra versión de una parte de la misma historia. En esos libros junto a los otros del escritor (Mi libro enterrado, El invierno con mi generación y Un reino demasiado breve), que se intersectan con lo que aquí se narra, puede leerse una novela familiar. Un futuro anterior tiene tres partes, responde a tres momentos de una vida pero también a la estructura clásica de la narración y a que en el final, en la etapa de la paternidad, el narrador piensa acerca de lo que significa ser tres con la hija para esa pareja que en realidad ya había empezado desde el tres o bien desde el cuatro, porque los dos amantes estaban en pareja desde el comienzo. Tres o cuatro que arman y desarman sus vidas como ocurre si se leen en serie las cuatro novelas del autor y si se suman las de los otros escritores que giran alrededor. El final provisorio y por ahora feliz, de ese relato de vida que Libertella venía escribiendo desde antes, hermosamente escrito, es, de algún modo, su novela luminosa.
28 de septiembre, 2022
Un futuro anterior
Mauro Libertella
Sexto piso, 2022
152 págs.