A los 84 años, el norteamericano Kurt Vonnegut (Indianapolis, 1922 - Nueva York, 2007) publica el que sería su último libro en vida, Un hombre sin patria, un compendio de reflexiones de corto aliento, de opiniones políticas y en menor grado artísticas, vertidas en el marco de las postrimerías del 11 de septiembre. Bajo la administración de George W. Bush, USA interviene bélicamente medio oriente, convirtiendo a los millonarios capos de la industria armamentística en multimillonarios, y confirmando, a ojos del escritor, que en la casta política dominante proliferan los psicópatas.
Este contexto sombrío baña también las formas masivas de producción y circulación de información. Incluso el majestuoso The New York Times, sostiene Vonnegut, llegó a afirmar que Irak escondía las tan temidas, y tan mentadas, armas de destrucción masiva. ¿Cómo hacerle frente, entonces, a la televisión y a los diarios, a las injusticias legitimadas del libre mercado, a la guerra, al ecocidio, en definitiva, al siglo XX? Pues con humor, con ironía ácida, con arte, ya que "El arte no es una forma de ganarse la vida. Es una forma muy humana de hacer la vida más soportable".
Vonnegut arrastró como pudo las secuelas de la Segunda Guerra Mundial; fue testigo, en tanto prisionero de guerra, del bombardeo de Dresde, "un disparate absoluto, (...) Un experimento militar para ver si era posible reducir una ciudad entera a cenizas regándola con bombas incendiarias". Al ver de primera mano los alcances de la ferocidad humana, su inacabable y sádica sed por el poder, la sátira y el humor se convirtieron en una forma ideal para desplegar sus críticas y juicios. "A lo único que he aspirado es a darle a la gente el alivio de la risa", confiesa en el último de los artículos, risa entendida como una forma de respuesta saludable a la frustración. De la incomunicable experiencia de Dresde, sabemos, surgió el material de base para su celebrada Matadero 5 (1968), quizá la novela norteamericana más emblemática en torno a la segunda guerra.
Los doce textos de Un hombre sin patria giran alrededor de las preocupaciones del Vonnegut humanista: la destrucción del planeta a cargo de nuestra especie, adicta a la peor de las drogas, los combustibles fósiles; el engañoso brillo del Progreso; el desbarranco de los pocos valores tradicionales por los que valía la pena luchar (para Vonnegut, con todas sus contradicciones, y a diferencia de Vietnam, la Segunda Guerra Mundial fue una "guerra justa"); el predominio de la charlatanería y el sentimentalismo en la política contemporánea, entre otras. El peso humanístico del libro se observa también en los autores o títulos que Vonnegut menciona aquí y allá: Mark Twain, George Bernard Shaw, Crimen y castigo, la Biblia; o en el rescate del valor literario de ciertos discursos políticos de antaño, como el de la batalla de Gettysburg a cargo de Abraham Lincoln. "¿Se dan cuenta ─pregunta en el segundo texto─ de que todas las grandes obras de la literatura tratan de la mierda que representa ser un ser humano?"
En "Aquí va una lección de escritura creativa", hilarante clase que Vonnegut dicta en una universidad norteamericana, se explaya sobre literatura y, en concreto, acerca de la "forma de las historias". Sobre dos ejes, uno horizontal y otro vertical, traza líneas ascendentes y descendentes para mostrar los altibajos en las peripecias de héroes y heroínas clásicos: desde Hamlet, pasando por Cenicienta, hasta llegar a Gregorio Samsa. Este eje rudimentario pretende darnos algo así como la estructura básica, antropológica, subyacente a cualquier narración; sin embargo la maestría del escritor/a, sostiene al final de la lección, radica en su capacidad de plasmar la ambigüedad o la opacidad de la experiencia humana en los hechos de ficción.
Como prólogo a cada texto, la edición cuenta con una declaración, una confesión, o una humorada de Vonnegut escrita a mano y trabajada junto al serigrafista Joe Petro III, con quien llevaba adelante el proyecto Origami Express, cuyos productos se pueden visualizar y adquirir en su web oficial.
Vonnegut, el hombre sin patria, reflexiona rodeado por los escombros del siglo XX. Vocifera en un contexto de instituciones degradadas, de guerras concertadas por psicópatas en la que la mutilación de los cuerpos de los pobres ensancha los bolsillos de los ricos; en un mundo en el que los vínculos afectivos, empáticos, se reemplazan por los virtuales; y en el marco de un planeta que dirigimos hacia la destrucción, erosionado por el virus capitalista y la sociedad de consumo. Aunque sobreviven, eso sí, un puñado de héroes anónimos, de personas que se preocupan por el otro y el medio ambiente; sobreviven el humor y la sátira, la creación artística y literaria. "Por el amor de Dios ─nos insta el bueno de Kurt─ canten en la ducha. Bailen con la música en la radio. Cuenten cuentos. Escriban un poema para un amigo o amiga, aunque sea pésimo. Háganlo tan bien como puedan. Obtendrán una enorme recompensa. Habrán creado algo". Vonnegut, por lo pronto, predica con el ejemplo.
17 de febrero, 2021
Un hombre sin patria
Kurt Vonnegut
Traducción de Daniel Cortés Coronas
Cía. Naviera Ilimitada, 2020
128 págs.