A raíz de la publicación de una amiga en las redes sociales volví a escuchar Canción sobre canción, el último disco de Liliana Herrero, donde revisita la obra de Fito Paéz. El repertorio es transversal a las primeras obras del rosarino, pero pienso, también transversal a su propia obra: allí donde hay que cantar un tiempo, un territorio, los vaivenes de la historia, canta ella. Y lo hace a su modo, con interpretaciones novedosas, donde Fito habla de otro modo (mejor y distinto) y su obra se intensifica y se pone a prueba en nuevos horizontes.
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Canción sobre canciónes el proceso de una época en que los grandes legados son revisados, en la que las sombras del rock argentino se proyectan con formas hasta entonces desconocidas, y puede ser pensado en una serie que se abre con Indómita luz de Juan Cruz de Urquiza y Puentes amarillos de Pedro Aznar. Son proyectos en los que una canción surge de (y sobre) otra canción, como un rayo de sol que se posa sobre un objeto y lo transforma. Algo similar ocurre con Escalandrum, el grupo que reinterpreta el trabajo de Astor Piazzolla y le otorga más y mejores posibilidades de expresión. Y nombro esta formación adrede, porque Herrero toma prestado a Martín Pantyrer, el saxo barítono y clarinete bajo de Escalandrum, pieza fundamental con la que logra los momentos más álgidos del disco. En el tipo de obras que nombro está el nudo de la poética de Liliana Herrero: delimitar un territorio, una obra, y rodearla con la voz, en una conversación afectuosa y distante con la partitura, en un vínculo ambivalente y proyectivo con la tradición. En su crónica "No me verás arrodillado", Leila Guerriero dice: "En su voz, "Dejarlas partir" ya no es una canción sino la vida de una persona transformada en ruego, en llanto, en llaga. Como si Herrero hubiera metido las manos dentro de esos versos y les hubiera arrancado, a golpes y abrazos, todo lo que tenían para decir y nunca habían dicho". En ese sentido, el antecedente lógico de Liliana Herrero es Mercedes Sosa. Una vez que interpretan un legado, le impregnan una huella inconfundible.
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Hacia el final del programa televisivo Encuentro en el Estudio, conmovida, Herrero le dice a Lalo Mir (parafraseo) que la música del pasado no es un producto cerrado, sino que puede ─y debe─ conversar con nuestro presente, y que nos está esperando en el futuro. Toda su obra de intérprete mira hacia un pasado y su memoria, pero con la voluntad y la determinación de pensar en lo que vendrá, o mejor dicho, en lo que puede ser posible. Canción sobre canción, que salió en los últimos meses del macrismo, en ese tiempo donde todo era incertidumbre, enojo y angustia acumulada ─cuando no desesperación─, se presentaba como un canto coyuntural (y yo quisiera que nunca olvidemos eso, que reconozcamos la enorme apuesta que supuso hacer este disco en ese tiempo particular), pero también como una apertura hacia lo posible, una pregunta que comenzaba a abrirse.
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Nombré antes a Martín Pantyrer, pero debo ser justo con toda la formación. Es preciso reconocer que los arreglos del disco, que son delicados e inteligentes, generan un diálogo constante entre la letra, la voz y los instrumentos. En esa concepción se encuentra el sonido final: una conversación infinita. El toque con escobillas de Mariano Cantero, la guitarra sutil y los coros de Pedro Rossi, las líneas diversas que traza Ariel Naón en bajo y contrabajo, los aportes de Federico Siksnys en bandoneón, y los de Mariano Agustoni en piano y teclas confluyen en un sonido complejo, orgánico y fluido.
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La primera canción del disco es "Giros" y la última "D.L.G" (Día de Los Grones). En esa estructura se establece una circularidad: el disco Giros, de 1985, comienza y termina del mismo modo. Esta decisión es vital porque pone al descubierto dos momentos de la música argentina, dos momentos particulares en las vidas de dos personas que se quieren, a las claras dos coyunturas políticas ("fotográficamente tan distantes"), pero al fin dos modos idénticos de apertura y de cierre. El punto estaría en pensar qué variación, qué pregunta comienza abrirse cuando Liliana Herrero interpreta la obra que la precede. ¿Por qué la textura de la canción "Giros", en 2019, se vuelve elegíaca en el verso "no todo el mundo tiene primaveras"? ¿de dónde viene esa falta?
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Canción sobre canción es un camino suntuoso y ensayístico a través de la obra de Fito Páez. La última canción expresa vitalmente un modo de entenderla y, en ese sentido, de apropiársela. "D.L.G" recuerda a las bagualas del noroeste del país (¿no es este el canto de los postergados, de los antiguos dueños de la tierra?) y su letra canta hacia el futuro: "y se abrirá todo el cielo". La versión de Páez comienza con el acompañamiento de un bombo, al que luego se le suma un piano sobrio, y en el estribillo, la voz se rasga. De ahí en más, la canción comienza a ascender, y el tono se hace estridente, como un grito colectivo, sostenido por los coros de Fabiana Cantilo. La versión de Liliana Herrero hace otra apuesta: en principio, es notorio que los versos se cambian de lugar, y a veces hasta se omiten. La intérprete elige qué versos cantar, y la canción se hace un canturreo, variación que podría durar eternamente, por momentos casi un sollozo, pero también una risa irónica, tierna o cansada, acompañada por el piano de Mariano Agustoni. En los primeros segundos se escuchan cantos de marcha, gente en la calle (el grito colectivo, ahí, no es una representación del grito, sino la materia sonora original), y hacia el final, como un rayo luz, la voz clara de Milagros Sala. "D.L.G", en el cierre del disco, es un canto a lo que era y será posible: "fiesta en la calle / todo llega siempre de algún modo / las profecías se dan".
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Hay quienes dicen que Liliana Herrero "grita". Se equivocan. Su voz no renuncia del todo a una técnica vocal, pero la trasciende, y en consecuencia, no la considera un valor fundamental o indeclinable. Lo que ostensiblemente no omite, la voz, es el trazado de un territorio que delimite una naturaleza, un sonido, una forma. Liliana Herrero canta las confluencias de los ríos Paraná y Uruguay, ahí donde nace el Río de la Plata, pero canta también lo que arrastran sus aguas, las tierras de donde vienen, sus caminos, sus pobladores, sus viajantes, sus murmullos y sus gritos, sus antiguas luchas, sus angustias e injusticias, sus alegrías, los pájaros que las sobrevolaron: adónde se irán volando por esos cielos.
1 de julio, 2020
Canción sobre canción
Liliana Herrero
Elefante en la Habitación, 2019