Prolífica y versátil, la obra de Patricio Pron es una referencia ineludible cuando se habla de la siempre problemática renovación en la literatura hispanoamericana. El portento de siete novelas, seis libros de cuentos y un puñado de ensayos es un muestrario de variedad de registros y espíritu inquieto de indagación formal. Lo que está y no se usa nos fulminará, su reciente libro de cuentos, no es la excepción.
En “Salón de Refusés” dos escritores acuerdan escribir la biografía del otro, porque “la obra más personal posible (…) es siembre la que ha escrito otro en nuestro nombre”; aunque la trama también puede tomar otro rumbo a causa de una serie permanente de negaciones que reconfigura el sentido de lo relatado. Si narrar, como dice el epígrafe del cuento, es una permanente toma de decisiones, el cuento sería un borrador o una suerte de simulación de escritura en directo. Qué descartar de la experiencia para adecuarla a formatos que la exceden son preocupaciones de otros dos cuentos. En “Oh, invierno, sé benigno”, las respuestas que un militante de la República Democrática Alemana escribe en un formulario de ingreso a los Estados Unidos rebasan el contenido de las preguntas y giran en torno a un suceso traumático que resiste la tarea de rememoración. En “Notas para un perfil de Tinder”, luego de haber matado, aparentemente por accidente, al hámster de la hija de su ex y de haber aprendido que ni hámster ni niños son un buen augurio para una relación, un hombre se pregunta cómo resumir la vivencia en el perfil de una red social de búsqueda de parejas.
La variedad de recursos formales puestos en juego al servicio de las historias funciona en ocasiones como un énfasis irónico: las barras que escanden la historia de un poeta chileno, en “La bondad de los extraños”; el texto sin cuerpo compuesto por dos epígrafes y ocho notas al pie en la historia de un músico ignoto que pasó su vida intentando mejorar el original de “Like a Rolling Stone”, de Bob Dylan, en “He´s not selling any alibis”; los paréntesis dentro de paréntesis en una historia que trata de lo que se hereda de padre a hijo, en “El que te observa en el espejo desaparecerá contigo”. En “Este es el futuro que tanto temías en el pasado”, un escritor (“llamémosle Pron”) harto de las presentaciones públicas contrata dobles para que lo reemplacen y el relato que hace de sus vicisitudes aparece jalonado por unos instructivos Introducción, Nudo y Desenlace.
Ilustración de Juan Carlos Comperatore
Pero no siempre la ironía es el registro que predomina. “Un divorcio de 1974” es un trepidante y desolador ajuste de cuentas con la lucha armada de los ´70 narrado por un hijo de militantes montoneros convencido de que la historia es un bucle temporal. Algo similar experimenta el boxeador de “Las luces sobre su rostro, Las luces sobre su rostro” cuando al subir al ring una suerte de “milagro secreto” lo convierte en testigo consciente de la repetición de su vida, pero –a diferencia de lo que sucede en el cuento de Borges– sin posibilidad de intervenir en ella. El protagonista de “La repetición”, en cambio, busca recrear un “momento de bifurcación de su vida, un instante en el que las cosas pudieron haber sido de otra forma, por completo distinta” con la esperanza de obtener “un nuevo comienzo (…) aunque esa posibilidad siga la lógica de las imágenes mentales o de los sueños”. El narrador desliza la idea de que tal vez se trate de una performance y el lector queda boqueando presto a releer no sólo este, sino también el resto de los cuentos en diálogo con las operaciones del arte contemporáneo. A pesar del título (tomado de una letra de Spinetta), referencia irónica a la publicación de textos arrumbados, una idea conceptual engloba a los distintos cuentos. En todos hay algo que insiste de forma obcecada o que se busca repetir, pero que indefectiblemente decepciona. Lo ilusorio de recuperar el pasado subraya que lo que se repite es siempre un encuentro fallido.
La soltura para narrar distintos períodos históricos y geografías móviles, renovando articulaciones tópicas entre ficción y realidad, avienta una bocanada de aire fresco a una literatura tan autorreferencial como la argentina. Además, trastoca nociones territoriales perimidas, sin por ello hacer una literatura de corte internacional; no es casual que al preguntarle por su lugar de residencia el autor prefiera decir: “vivo afuera”. El fraseo de Pron, elástico y percusivo, abreva en una biblioteca copiosa, la fagocita, y del cambalache de lecturas obtiene una voz personalísima.
2 de enero, 2019
Lo que está y no se usa nos fulminará
Patricio Pron
Literatura Random House, 2018
176 págs.