Traductor de Marcel Proust, Gustave Flaubert, Rolland Barthes, Édouard Levé, John Cage, Henry James y un largo etcétera, Matías Battistón (Buenos Aires, 1986) ha sido el encargado de traducir Molloy, Malone muere y El innombrable, la trilogía francesa de Samuel Beckett, cuya publicación, iniciada en 2016 por la editorial Godot, acaba de concluir. Aunque existían versiones previas de los tres libros al español a ambas orillas del océano, la de Battistón es la primera realizada por un solo traductor. A continuación responde nuestras preguntas.
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A Beckett, el proceso de traducirse del francés al inglés, le resultaba una tarea tortuosa. ¿Cómo fue en tu caso la experiencia de traducir la trilogía?
Un trabajo también tortuoso, pero donde la tortura estaba más que compensada por la sensación constante de estar descubriendo algo nuevo. Que es, a fin de cuentas, lo único que puede sostener una traducción, por más que sea la enésima publicada de un mismo texto. En especial una que por momentos amenazaba por extenderse indefinidamente, como una lumbalgia.
Dicen que no hay lectura más atenta que una traducción. ¿Cuáles son los aspectos de la obra de Beckett que descubriste o que antes habías pasado por alto?
Muchísimos, desde detalles textuales esperables (alusiones veladas, juegos de palabras múltiples, torsiones de la sintaxis) hasta cuestiones de las que tenía alguna noción pero que no había explorado en profundidad, como las posibilidades que abre el bilingüismo en su obra. Pero sobre todo diría que lo que más me sorprendió fue hasta qué punto el ritmo más lento que me imponía la traducción cambiaba mi manera de ir avanzando por las tres obras. Casi como si en parte fueran textos que esperaran ser traducidos antes que leídos. Por lo demás, nunca me reí tanto traduciendo como con la trilogía.
Matías Battistón por Juan Carlos Comperatore
Suele asociarse, por lo general, la tarea del traductor al diálogo solipsista entre el traductor y texto en cuestión, desconociendo las instancias de documentación y de intercambio con pares. ¿Podés contarnos algo al respecto?
Le debo mucho a todo el trabajo previo que hicieron no solo otros traductores, sino varias generaciones de beckettianos acérrimos, que cribaron cantidades monstruosas de textos y manuscritos, así como a las varias organizaciones que bancaron el proyecto y que me permitieron viajar a Irlanda (donde, en la deriva de reuniones o conversaciones o charlas al tuntún, siempre terminaba con alguna pista nueva o un nuevo impulso), y a espacios locales valiosísimos, como el Club de Traductores Literarios de Buenos Aires. Así y todo, tampoco voy a hablar mal del solipsismo, que es de fierro.
¿Cuáles fueron los mayores desafíos, las zonas más resistentes de los textos?
Lograr transmitir una voz que es siempre reconocible y aun así no deja de modular y enloquecer, sin terminar de calzar nunca en una única lengua, con sus distintos rebotes y ecos a lo largo de los tres libros. Otro desafío, y otra resistencia, fue frenar la tentación de multiplicar las traducciones posibles, los comentarios, las alternativas.
¿Tuviste como referencia las traducciones previas? ¿Cuál considerás que es tu aporte respecto a ellas?
Consulté todas las traducciones anteriores al castellano, es decir, las argentinas de SUR (el Molloy de Roberto Bixio y el Malone muere de José Bianco) y las españolas de Alianza (el Molloy de Gimferrer, el Malone muere de Moix, El innombrable de Torroella), incluidas algunas reediciones piratas. Creo que mi versión se diferencia de las anteriores, más que nada, en tres puntos. El primero es una mayor atención al detalle, algo típico en una traducción más reciente, hecha con más tiempo y recursos de consulta, y por eso mismo menos justificada en deslices como omitir frases, escamotear expresiones, asignar diálogos a personajes equivocados, etc., todas cosas que pueden encontrarse en las anteriores. (Mis deslices, por lo menos, serán otros). El segundo es la continuidad de la voz y sus ecos a lo largo de las tres obras, lo que resulta más bien imposible si se las asigna a traductores distintos que trabajan por separado. Y el tercero es la atención constante al segundo juego de "originales" de la trilogía, las autotraducciones del propio Beckett, que casi todas las anteriores versiones en castellano ignoraban, o consultaban (en el único caso de Moix, creo ver yo) de manera más bien esporádica.
Existen variantes considerables entre las versiones inglesa y francesa de la trilogía ¿Las tuviste en cuenta? ¿Qué resultó del cotejo?
Claro que las tuve en cuenta, a tal punto que se volvió tal vez la mayor pregunta de todo el proyecto: ¿cómo traducir una obra con dos originales? ¿Cuál tiene prioridad? ¿La primera, por ser la primera, o la última, por ser la última? ¿Hay otras opciones que no sea elegir una u otra? ¿Y si al traducir mezclo lo que dice la versión en francés con lo que dice la versión en inglés? ¿Mezclándolas estoy siendo más o menos "fiel"? ¿"Fiel" a qué? Así, cotejando los textos y barajando alternativas, terminé haciendo dos traducciones: una del francés (la que al final se publicó), y otra del inglés, con la idea de que quede, en el texto visible, la huella en alguna parte de ese otro texto, esa traducción gemela.
La escritura de Beckett puede ser aséptica hasta la abstracción y, en ocasiones, incurrir en desenfadados coloquialismos. ¿Cómo encaraste el pasaje de estos últimos?
Quise construir una voz que evitara anclarse demasiado en un lugar específico (porque en Beckett lo local no deja de estar descentrado), pero que a la vez no eludiera o achatara, justamente, esas modulaciones coloquiales y bruscas. Lo que implicó recurrir en ciertos casos a giros del dialecto propio, o a giros que el propio dialecto no perciba como ajenos, que no siempre es lo mismo. Así que terminé modulando, yo mismo, para armar una especie de neutralidad argentina, un no-lugar inevitablemente americano, si no rioplatense. En fin, busqué estar incómodo como en casa.
En Beckett (como dice Molloy respecto de sí) "hay dos payasos": uno oscuro, en ocasiones poético, y otro cómico, irónico, soez. ¿Cómo trabajaste las modulaciones de la voz?
Traté de emplear una cantidad análoga de payasos.
¿Cuáles consideras que son los aportes de la lengua de Beckett al castellano rioplatense, y viceversa?
Lo que Beckett, con la trilogía, puede aportar a nuestro castellano es lo que suele aportar a toda lengua: la esperanza de alcanzar el punto justo donde se superponen el rigor absoluto y la libertad total. En el sentido inverso, podría pensarse que el castellano rioplatense, por periférico, podría estar más cerca de la propia posición excéntrica de Beckett, ¿no? Y hasta es posible que agregue una cuota latente de crisis y autodestrucción a una obra que de por sí la trabaja mucho.
¿Hay en los cimientos de tus traducciones algo que a riesgo de sonar excesivo pueda considerase una teoría de la traducción?
Supongo. La teoría, o la idea, de que toda traducción, más allá de su enfoque o toma de partido, tiene que buscar un resquicio donde se pueda hacer otra cosa.
Por último, ¿cómo ves el panorama actual de la traducción en Argentina?
Con todo lo material en contra, y todo el resto a favor.
9 de septiembre, 2020
Molloy
Samuel Beckett
Traducción de Matías Battistón
Godot, 2020
200 págs.
Malone muere
Samuel Beckett
Traducción de Matías Battistón
Godot, 2020
128 págs.
El innombrable
Samuel Beckett
Traducción de Matías Battistón
Godot, 2016
160 págs.